viernes, 3 de abril de 2020

Chequeo al fandango de Huelva


CHEQUEO AL FANDANGO DE HUELVA.


Miguel Ángel Fernández Borrero

            El propósito de este muestrario de opiniones sobre el fandango de Huelva no es otro que el de verificar su estado de salud como cante y dejar enmarcado en el tiempo un balance de situación amplio, tanto por las cuestiones abordadas como por la diversidad de personalidades que intervienen en el debate. Sin ánimo de pontificar, se trata de analizar la situación del cante genuino de Huelva y su provincia en un momento cambiante y de transición de la Historia en casi todos los aspectos, incluidos el sociológico y el musical. 
            El fandango, como todo lo que tiene que ver con el flamenco, es también un cante sometido a valoraciones dispares. Parece ser que el sino de lo flamenco es vivir en permanente debate, cuando no en enfrentamiento, y seguramente así seguirá siendo. Es decir, que cuando transcurran suficientes años para ver estas opiniones en perspectiva, los lectores encontrarán discrepancias muy similares a las que hemos hallado los investigadores en la prensa y los libros de los siglos pasados.
            A estas alturas, transcurrido un período que va ya para un cuarto de siglo desde la desaparición de Paco Toronjo, que fue su baluarte, el fandango de Huelva vive una etapa llana en la que las nuevas generaciones (espectacularmente numerosas, por cierto, comparadas con épocas anteriores) van emergiendo pero sometidas por un academicismo que ha encorsetado a los fandangos en unos cauces estrechos en los que domina la rigidez de la fidelidad al calco: cantar como lo hizo tal o cual cantaor en el pasado o sentir el rechazo de los aficionados. Hay escasa inventiva en estos tiempos, y si surge alguna tendrá enseguida sobre sí la crítica que la descalifica o no se detiene a valorarla. Tiempos de 'copia y pega', de indiferencia a todo lo que apunte a nuevo o a experimentación... Pero lo cierto es que, salvando el aire y el compás -los dos factores inamovibles del fandango- hay territorios inexplorados para la creatividad musical que podrían enriquecerlo. ¿No lo hicieron los creadores alosneros desde mediados del siglo XIX o los referentes Rebollo, Paco Isidro y Rengel hace un siglo? En un diagnóstico somero podríamos decir  que la situación del fandango se caracteriza hoy por una falta de propuestas creativas, por una imitación de los clásicos llevada a elevadas cotas de rigidez y por la escasez de cantaores con originalidad y personalidad suficientes como para salir de ese bucle. Desde la perspectiva de su evolución, no es exagerado afirmar que también el fandango vive, sí, como una música de museo, sobresaliendo su valor arqueológico como un cante anclado en la tradición que no encuentra más salidas que la recreación..., aunque se esté cantando técnicamente muy bien.
            A continuación, iré exponiendo las respuestas de nuestros consultados al cuestionario general que les planteé. Cada uno respondió en consulta individualizada; por tanto, cuando surge debate lo es por contraste de opiniones y no como respuesta a lo que argumentaron otros. Algunos no contestaron a todas las preguntas o refundieron sus respuestas a preguntas de contenidos parecidos. Las siete preguntas formuladas fueron las siguientes:

      1. ¿Cómo valora el cante por fandangos que se está haciendo actualmente?
      2. ¿Considera que hay creatividad en los cantaores actuales?
      3. ¿Cómo se está enseñando a cantar a los jóvenes?
      4. ¿Cuál es el papel que ejercen  las academias en la enseñanza del fandango?
      5. ¿Goza  hoy el fandango de la misma consideración que otros palos del flamenco?
      6. ¿Ha traspasado el fandango el entorno huelvano o continúa volcado en sus reductos tradicionales?
      7. Los artistas de Huelva, ¿actúan como propagandistas del fandango cuando cantan fuera de las fronteras provinciales?

            Este es, por orden alfabético de sus nombres,  el panel de consultados que nos han facilitaron amablemente sus opiniones sobre las cuestiones planteadas. Todos ellos son personalidades relacionadas con los ámbitos del fandango en Huelva. Son artistas, profesores de academias y escuelas que enseñan este cante, investigadores y analistas, compositores, periodistas de flamenco, peñistas, personalidades de larga trayectoria flamenca y experiencias múltiples en esta cultura.

* Antonio Dovao, guitarrista, profesor de guitarra, director de la academia de cante y guitarra La Cavaera, investigador y acompañante en numerosos discos de fandangos.

* Antonio Rodríguez Jaraqueño, cantaor, profesor de cante y director de la Escuela de Cante de su nombre.
* Arcángel, cantaor profesional, profesor de cante, gran cultivador del fandango y persona especialmente preocupada por la cultura flamenca.
* Argentina, cantaora, dominadora de los diferentes estilos de fandangos de Huelva.
* Camilo Gómez, cantaor,  escritor, conferenciante y divulgador, ex-presidente y presidente de honor de la Peña Flamenca de Huelva.

* Concha Correa, directora de la Fundación Amparo Correa y profesora de cante en la academia de la misma.
* Eduardo H. Garrocho, cantaor, especialista del fandango con una antología grabada de las variantes de Huelva y otros discos, ex presidente de la Peña Flamenca de Huelva y ex-director del Aula de flamenco de la Universidad de Huelva.  
* Ester Gómez, periodista, ex-presidenta de la Peña Flamenca de Punta Umbría, directora del blog Flamenkura.com.

* Francisco Cuaresma, médico, ensayista de flamenco, conferenciante, guitarrista aficionado, biógrafo de Niño Miguel.

* Francisco Jiménez, escritor, poeta,  investigador y ensayista del fandango de Huelva.

*  Helga Molina, profesora de cante en las Escuelas municipales de Vª de los Castillejos y Puebla de Guzmán, cantaora, presidenta de la Peña Femenina de Huelva.

* Jeromo Segura, cantaor, profesor en la Escuela de cante de la Peña de Cante Jondo de Moguer.

* Jesús Corbacho, cantaor profesional onubense, ganador de varios premios en concursos de fandangos.

* Jesús Naranjo, gran aficionado, ex-secretario de la Peña flamenca de Huelva, gran conocedor de los cantes de la tierra.

* José de la Corte, secretario de la Federación de Peñas Flamencas 'El Fandango' de Huelva, miembro de la directiva de la Peña Flamenca de Huelva.

* Juan Fernando González, cantaor, profesor de cante de la  academia La Cavaera, conferenciante, ex-directivo de la Peña flamenca, experto en el fandango de Huelva.

* Manuel Batista, cantaor y letrista, vicepresidente de la Federación de Peñas Flamencas 'El Fandango', de Huelva.
* Manuel Curao, periodista flamenco de Canal Sur Radio y TV, conferenciante, director de programas flamencos en la RTVA.
* Pedro Juan Macías, cantaor, guitarrista, compositor, técnico de Cultura encargado del Concurso de Fandangos 'Paco Toronjo' de Alosno.
* Ramón Arroyo, periodista, productor, conferenciante, crítico y analista de flamenco.
* Ramón Jesús Díaz, guitarrista alosnero, compositor, acompañante en numerosos discos de fandangos.
* Ramón Llanes, escritor, poeta, letrista.
* Trini Navarro, cantaora, de la directiva de la Peña Femenina, miembro de sus cuadro de cante y participante en los discos de esta entidad.


Miembros de la Federación de Peñas 'El Fandango' de Huelva y aficionados que asistían con regularidad a las actuaciones en el Foro Flamenco de Canal Sur Radio y TV, año 2014.




1. ¿Cómo valora el cante por fandangos que se está haciendo actualmente?

            Siendo la capacidad para cantar un atributo personal y siendo el cante una música popular que está en la calle, al alcance de todos, cabría preguntarse: ¿tanto influye quien enseña a los jóvenes a cantar? Parece que sí y no sólo por la educación técnica. La cualidades innatas mejoran notablemente con la formación. Hay aficionados y profesionales que en cuanto escuchan cantar a un joven, en cualquiera de la veintena de concursos que se celebran cada año por la geografía huelvana, distinguen sin vacilar de qué academia proviene y quiénes son sus maestros. Más adelante veremos, entre las respuestas a la pregunta 3 (Cómo se está enseñando a cantar a los jóvenes), el nivel que se atribuye a esa influencia.   El abanico de opiniones es diverso y recorre toda la escala: de bien a regular y a mal.
            Para el profesor Antonio Jaraqueño  "hoy hay bases que antes no se tenían. Siempre lo primitivo va a ser mejor que lo actual, porque la raíz es más profunda, pero en la actualidad se afina y se está mejor de compás que antiguamente..., aunque no se profundiza en la raíz como antes, porque cada época requiere actitudes distintas. Pero los conceptos del fandango, en general , son mejores que los de antes". La cantaora y peñista Trini Navarro  pone el foco en la enseñanza: " El fandango se está cantando bien, dependiendo de quién lo enseñe". Para Arcángel "se está cantando bien, pero algo carente de personalidad".


         
"Hoy hay bases que antes no se tenían. Los conceptos del fandango, en general, son mejores que los de antes".



Antonio Jaraqueño

         
          Otro profesor, Juan Fernando González, contextualiza como paso previo para situar su respuesta en los años finales de los setenta, cuando la Peña Flamenca de Huelva grabó sus discos antológicos, que "la aparición de esa obra marcó un antes y un después de la transmisión de nuestros cantes a las generaciones futuras, sirviendo de referencia a un gran número de aficionados para el estudio y aprendizaje de los fandangos de Huelva y provincia. Hasta ese momento todos los fandangos estaban "atoronjados" (sin menosprecio a la grandiosidad de la obra de Paco Toronjo); no había un forma definida de interpretar los fandangos de Huelva, aun teniendo acceso a los  registros sonoros y ediciones discográficas de los cantaores más importantes (Rebollo, Paco Isidro, Rengel, etc.). Unos años más tarde, otros aficionados dan el paso adelante y comienzan a aparecer ediciones discográficas de fandangos (Leonor Díaz, Plácido González, Eduardo H. Garrocho y algunas obras antológicas) que sirven también como referencia, de las cuales se nutren otro gran número de aficionados...". (En este repaso recordatorio sorprende que Juan Fernando González, como muchos otros profesionales o aficionados de Huelva, hayan olvidado o infravalorado en sus memorias las dos Antologías de Fandangos grabadas por Los Rocieros en 1974 y 1977, porque fue en esos primeros discos donde se cantaron variantes[1] que hasta entonces eran desconocidas para los aficionados. Sin profundizar en el detalle de cada uno de los discos aludidos, es claro que en las antologías de Los Rocieros hay más contribuciones novedosas que las que aportaron las de la Peña Flamenca en 1978 y 1980. Y, en todo caso, errores hubo en todas esas antologías).


                                                                                                                     
"Pocos cantaores de fuera                     escuchan con detenimiento                    los estilos de Huelva                              para cantarlos como son".                                                 
                                                          
                                                                                                      








                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               Jesús Corbacho con MAF en aeropuerto                                                                                                                               de  Bilbao, de regreso del Festival de                                                                                                                                     Mont de Marsan, 2014.
            
           De las innumerables conversaciones mantenidas con aficionados, extraigo la impresión de que en Huelva se tiene una actitud más crítica y exigente sobre cómo se está cantando en la actualidad que cuando la valoración se hace desde fuera. Cosas de la perspectiva y de la distancia desde la que se mira, tal vez. Manuel Curao, por ejemplo, mesura el mismo período al que se refería Juan Fernando González valorando el progreso de conjunto: "El fandango es uno de los cantes que más y mejor se ha tratado de un tiempo a esta parte. No hace muchos años, se cantaba por  fandangos de Huelva en tono menor, incluso con desahogo por parte de los profesionales.  En los tablaos de Madrid de los años sesenta era repertorio común y bailable, sin darle mayor importancia a los rasgos y claves diferenciadoras de los distintos estilos. Hoy eso es impensable. Hoy se canta por fandangos si se conoce el tema". Es así, ciertamente. Hoy, cantaores de fuste no cantan nuestros fandangos  cuando actúan en Huelva por respeto y/o porque no los conocen a fondo. El fandango de Huelva se ha  revalorizado "como un cante vivo que es", según José Juan de la Corte; ha ascendido en la consideración de los flamencos, esto es vidente. Pero no echemos campanas al vuelo todavía: falta un trecho importante para que llegue a ser considerado como un igual con otros cantes. Los prejuicios clasificatorios entre cantes grandes y cantes chicos no se han superado del todo.
            El cantaor Jesús Corbacho detecta que "la gente de Huelva sigue respetando la morfología de cada estilo de fandango, pero  es verdad que pocos cantaores de fuera se paran a escuchar con detenimiento los diversos estilos para hacerlos como son a la hora de ejecutarlos: parece que los escuchan de pasada y luego los cantan como pueden. Le inventan melodías cuando no conocen bien los fandangos, ¡pero a la soleá no le inventan melodías en sus tercios desde el desconocimiento! Dicho lo cual, esto no quita que hay muy buenos cantaores que no son de Huelva, pero que son buenos aficionados y que los ejecutan como son, y me consta". Recuerdo que un día le pregunté a Juan Peña El Lebrijano que por qué los grandes cantaores no se atrevían con los fandangos de Huelva, y su respuesta fue: "Porque son mu cortitos y porque les da pereza estudiarlos". En sus últimos tiempos como cantaor en activo, El Lebrijano tuvo la idea de preparar un disco de fandangos de Huelva, para lo que comenzó a prepararse con Onofre López, pero se fue involucrando en otros proyectos y el disco de los fandangos se le quedó sin desarrollar. 



                                     Francisco Cuaresma con Niño Miguel durante estancia del guitarrista 
                                     en el geriátrico de Tharsis,  donde fue su médico de cabecera y alumno, 2011.


            El doctor Francisco Cuaresma, aficionado de muchas leguas, observa que el factor psicológico y sentimental influye hasta el punto de que "para todas las generaciones existe una exaltación del pasado en detrimento de lo que se ofrece como vanguardia, que siempre es del agrado de los aficionados modernos" . Y recuerda cómo el que fue guitarrista de Pepe Marchena y profesor suyo en los años ochenta, "decía que todos los cantaores de aquella época le parecían iguales, que lo excelso y genuino había muerto antes incluso que la época de la ópera Flamenca. Yo no lo entendía entonces.  Sin embargo, ahora veo que me ocurre exactamente lo mismo, con un desplazamiento de 25-30 años. Hoy yo tampoco disfruto como antes del flamenco actual. Quizás haya perdido objetividad. Entiendo que en el arte lo importante es disfrutar, no criticar en aras de unas reglas predefinidas". Se le entiende todo.

                                   "Todas las generaciones 
                        resaltan el pasado en                                                                           detrimento de las 
                        vanguardias".                                                                             Francisco Cuaresma

          Nostalgias aparte, Jesús Naranjo considera que "es evidente que nuestra provincia se encuentra si no en el mejor momento histórico de su proyección flamenca sí, al menos, en un tiempo de claro esplendor y producción de artistas con dimensiones desconocidas hasta estos momentos... Una reflexión que escuché al cantaor Jeromo Segura: “Los artistas de Huelva que nos dedicamos profesionalmente a esta labor hemos venido para quedarnos. No somos obreros, ni autónomos por la mañana y cantaores por la noche; no nos dedicamos al flamenco como una actividad accesoria., sino que nos preocupamos y nos formamos para hacer de esa afición nuestra profesión.  Pero de la forma más digna y mejor posible”. Me parece una síntesis exacta de lo que ha pasado en estas últimas décadas con el flamenco en nuestra provincia.  Cantaores/as con formación, no sólo a título reglado (por ejemplo, Rocío Márquez es doctora universitaria en flamenco; Beatriz Romero es licenciada en Derecho), sino a título profesional. Todos/as toman como base a las fuentes primitivas u originarias. Escuchando sus trabajos discográficos o sus recitales, nos transportan al cante de aquellos intérpretes que, incluso en algunos casos, sólo pudieron conocer los abuelos de estos profesionales. Son amantes de la tradición, pero también son actores de esta época que les ha tocado vivir".

    Concha Correa con la bailaora Patricia Guerrero en el Tablao El Arenal, 
                                     de Sevilla,  donde participó en una tertulia de  FlamencoRadio.com sobre                                                 "Los jóvenes flamencos", 2013.


            Huelva, principalmente la capital y su comarca, tuvieron siempre un amplio plantel de aficionados que compartieron su afición con otras dedicaciones laborales; no grabaron discos ni se dedicaron profesionalmente al flamenco. De tal manera que la época presente, en la que hay un centenar largo de jóvenes que se consideran artistas y quieren dedicar su vida al flamenco, hemos de considerarla como revolucionaria. Sobre todo, por la presencia femenina. Del centenar de jóvenes artistas que frisan la treintena dispuestos a hacer carrera en el flamenco, el setenta por ciento son mujeres, y esto nunca ocurrió en Huelva, pero tampoco en el resto de Andalucía. Huelga decir, por conocido y por obvio,  que toda esa pléyade se inició en el flamenco aprendiendo a cantar por fandangos en las academias y escuelas. Y de ese panorama se siente satisfecha, por las aportaciones de su academia, Concha Correa:  "Para mí, lo primero que pienso sobre el fandango de Huelva es que es el orgullo de mi tierra, su cante y su bandera". Sí; la emoción, agitador imprescindible en el arte de la música,  es motivador para mucha gente joven que siente con orgullo la singularidad de los cantes de su tierra.



"Se está cantando bien; hay muy buenos aficionados, tanto en la capital como en la provincia... Pero  es un tópico sin sentido decir que          que para cantar bien nuestro                fandango hay que ser de Huelva".

                                                                                                                                             


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 Francisco Jiménez
            
            Para el poeta y compositor andevaleño Ramón Llanes el fandango está en un buen momento:  "La gran simbología tradicional del fandango no le permite incrustaciones de modernismos, si acaso alguna influencia de nuevas escuelas que siempre tratan de no inventar pero que a veces llevan un sello bien definido, sin que ello suponga quebranto o malestar para el fandango. En Huelva se sigue cantando tan bien como siempre y en la provincia se canta tan exquisitamente bien como siempre, debido a la aportación de voces nuevas que cuidan la ortodoxia y no se dedican a desmejorar lo hecho. Es buen momento". En parecidos términos valora el momento el poeta e investigador Francisco Jiménez, quien ve que en términos generales "se está cantando bien, no solo en la capital sino en algunos pueblos, donde hay muy buenos aficionados que conocen perfectamente su compás, porque lo han aprendido de los mayores y de la discografía de los grandes artistas que ha dado esta tierra. Es un tópico sin sentido lo que dicen algunas personas del mundo del flamenco en Huelva: para cantar bien nuestro fandango hay que nacer a la orilla del Tinto y el Odiel". ¡Ay, amigo! Paco Jiménez pone el dedo en otro punto caliente, en otro localismo tan extendido que se ha tomado durante décadas como una verdad superior: que para cantar por Huelva hay que ser de Huelva. La ortodoxia flamenca de esta tierra ha preferido mantener una actitud radical  antes que escuchar al mundo. De ahí que Huelva haya sido siempre una especie de isla, apartada del resto de los territorios flamencos. Incluso cabe colegir que esa posición, con una carga tan identitaria como soberbia, ha podido hacer desistir a muchos cantaores foráneos que podrían haberse acercado a nuestro caudal fandanguero y haberlo llevado después a otros escenarios, pero renunciaron a hacerlo para evitarse las críticas.


"Nunca se cantó con tanto conocimiento como ahora.
Los chavales reconocen todos los estilos". 









Eduardo H. Garrocho con MAF en los Estudios Canalejas  durante la                                                                              la grabación de su obra "Coplas y tonás del Andévalo y la Sierra" 2016                                                                                                                                             
           
           Este asunto merece un análisis aunque sea somero y breve. Si un cantaor respeta escrupulosamente el compás, pero no reproduce con exactitud milimétrica lo que consideran los puristas el aire de uno de nuestros fandangos, ¿no cabe en Huelva? A ver... Nadie llevó más lejos el fandango de Alosno en todo el mundo que Camarón cuando cantó Calle real; Antonio Mairena cantaba por Huelva con gusto y conocimientos; Diego Clavel grabó una amplia antología -también con errores, que todo hay que decirlo- aunque no siempre sonara con el aire que se le requiere. A El Muela, natural de Barbate y que enseñó a muchos a cantar por Huelva; a El Cabrero, de Aznalcóllar, ¿qué objeciones le caben?  Yo he escuchado cantar por fandangos a la esteponera Rocío Bazán (dice Jeromo Segura que la enseñó él) y a la villamanriqueña María de la Colina con más verdad huelvana que muchas nativas... Entonces, ¿quién fija la horma?, ¿en qué modelo hay que fijarse para establecer el canon? Si todos los analistas coincidimos en afirmar que hasta Paco Toronjo, el sublime Paco Toronjo, interpretó siempre a su modo las diferentes variantes y fue, por consiguiente, un heterodoxo, ¿en qué referente situamos el patrón a seguir? Y, a lo que íbamos: ¿es condición sine qua non haber nacido en este territorio para interpretar bien sus cantes?

            Un veterano que ha sido guardián de la ortodoxia en toda su trayectoria como cantaor, Eduardo Hernández Garrocho, considera que "hoy se canta muy requetebién, no tengo la menor duda. Los niños nunca cantaron con tanto conocimiento y, dicho sea de paso, con tanto desparpajo, y entiendo que esto también es debido al conocimiento, que da mucha confianza. Hoy se puede hablar con cualquier joven sobre flamenco, incluso mantener largas conversaciones (véase cualquiera de los concursos infantiles que se celebran en nuestra provincia: Alosno, San Silvestre, Paterna del Campo, Peña La Orden Huelva etc. etc.). Los chavales reconocen todos los estilos de fandangos sin error alguno y conocen sus musicalidades al dedillo y, cómo no, lo básico; por lo tanto, solo les falta familiarizarse con los distintos estilos y comenzar a aportarles cosillas personales que engrandecerán los fandangos huelvanos sin volverse locos". Parecida valoración sostiene la cantaora y profesora Helga Molina, al destacar que "desde hace unos años para acá se ha vuelto a poner en valor el fandango de Huelva y se está cantando bastante bien". El veterano Manuel Batista concluye también, con matices, en que actualmente se está cantando bien porque  "hay un conocimiento muy exhaustivo del fandango. Ahora bien; la brillantez la confiere quien lo canta. Todos nos sentimos legitimados para cantarlo; acudimos a las mismas fuentes, a los mismos métodos e incluso a los mismos maestros. Pero después nos subimos a un escenario y eso ya es harina de otro costal: nos encontramos con quienes lo bordan y con quienes lo chillan, lo descompasan y lo desentonan. En general, ahora se ejecuta con toda la perfección".



"Se ha vuelto a poner en valor el fandango y se está cantando bastante bien".


                                                                                                                                                                                                      







                                                                                                                                                                                                                                            Helga Molina
            
           La cantaora Argentina es actualmente una de las profesionales que de manera más sistemática cuida al fandango en sus actuaciones. Se lo piden los públicos. Lo cual evidencia dos cosas: que los canta muy bien y que gusta cómo los interpreta. Si un artista de Jerez finaliza siempre cantando por bulerías, ¿no es propio que uno de Huelva lo haga cantando por fandangos, como sello de identidad, como cante de marca?, se preguntará más adelante, retóricamente, Pedro Juan Macías.  

            Personalmente, suelo pedir a los artistas de Huelva, cuando asisto a sus conciertos, que cierren con una ronda de fandangos. El fandango es de los cantes que el público agradece y premia siempre, como lo confirman los aplausos que suelen recibir los artistas, porque  "nuestra forma de cantar -dice Argentina- es apreciada por todos".  Nuestra cantaora da unas claves elementales y necesarias para cantar por fandangos, partiendo del hecho de que "Huelva canta muy bien en general desde el pueblo, desde la calle. Cualquiera, en cualquier lugar de nuestra provincia, te puede emocionar". Pero, atención a su advertencia:  "Quizás se está cantando de una manera muy mecánica por parte de las nuevas generaciones y hace falta más intención para darle el sabor y el sentido que merece. Sobre todo, hay que cantar con naturalidad, escuchar la guitarra, mecerlo como lo han hecho los maestros, con ese sabor a Huelva, y rematar con el sentido que requiera el estilo que se canta. Hay que pararse a escuchar,  escuchar mucho". Lección de maestra joven que sigue el camino dibujado para el cante por los maestros viejos.

            En el texto del LP Leyendas del cante[2] dejó sellada Manolo Caracol su propia experiencia estética, que sirve como axioma inamovible para todo el flamenco, fandangos incluidos: "Yo intento hacer los cantes a media voz, que es como duelen. Esa es la jondura, porque el cante no es ni de gritos ni pa sordos. El cante hay que hacerlo caricia jonda, pellizco chico. El que se pone a dar voces, ese no sirve".  




"Hace mucho que nadie me conmueve cantando fandangos, excepto quienes ya 
sabemos".


                             
                                                                                                                                                                                            Ramón Jesús Díaz

            Los guitarristas son quienes administran el compás y comparten la experiencia más cercana acompañando al cantaor. Ellos evalúan mejor que nadie su técnica, sus conocimientos y la emoción que transmite. Por eso sus opiniones tienen un plus de valor a la hora de enjuiciar los cantes. Antonio Dovao reflexiona en voz alta sentir desubicado en el tiempo su gusto por lo que escucha:  " A veces pienso que el tiempo me ha jugado una mala pasada, sobre todo en lo referente a mis gustos, pues creo que son de otra época. Sin embargo, me siento afortunado porque, aunque sea de refilón, he podido vivir experiencias que me han hecho comprender los cantes de mi tierra. Hablo de esas noches de cantes con los aficionados más viejos y que tenían un sabor distinto a la hora de cantar. Aunque soy músico no puedo explicar qué es, pero lo siento cuando lo escucho". Esas noches que, como las golondrinas de Bécquer, ¿no volverán? Ahí queda, prendida en el alféizar de su ventana, la añoranza de momentos mejores. Quien más ha 'bregado' con cantaores de fandangos, tanto en estudios de grabación como en actuaciones en escenarios o cantando por las calles en Cruces de Mayo es el alosnero Ramón Jesús Díaz, y su balance es incisivo y crítico, porque "lo peor es que los artistas consagrados de Huelva, los que graban, actúan, influyen y condicionan, venden como fandangos de Huelva lo que les da la gana. Y quien los oye los toman como referente. Hace mucho que nadie me conmueve cantando un fandango, exceptuando quienes ya sabemos". ¡Si sabrá de lo que habla el 'guitarrero' que simboliza el canon actual del toque por Alosno! Otro alosnero, el cantaor y compositor Pedro Juan Macías, pone el énfasis en las esencias, diferenciando "por un lado, el cantaor veterano que aporta,  en general, más esencia de lo añejo, más pureza, más como lo heredó de otras generaciones. Y por otra vertiente destacaría el papel del cantaor joven, que en la mayoría de los casos se forma o se ha lucrado y/o influenciado de la interpretación del profesor de turno en cualquier escuela o academia". La apelación a lo añejo, al poso que dejaron cantaores de antaño, a las esencias hoy al parecer arrumbadas... figuran directas  o  implícitas en buena parte de las opiniones que llevamos expuestas. Y es natural y lógico que así sea cuando hablamos de un arte de raíz, en el que la tradición tiene un peso que no puede ser igualado por ninguna otra medida. El veterano crítico Ramón Arroyo, que tanto flamenco ha acumulado, porque hizo del seguimiento y la observación de este arte su disfrute y su vida, concluye que "se está cantando mal, no se atiende a los mensajes que han dejado los antecesores, ya sean creadores o aficionados. Existe una multitud de concursos, que solo se celebran para pasar una noche veraniega y así satisfacer a los parroquianos de la localidad; jurados que dejan mucho que desear en cuanto a conocimientos... Y ya no digo de afinación, tonalidades etc. No se declara un concurso desierto ni por asomo. Claro está, si no se otorgan los premios, al año siguiente no acuden... Hoy los jóvenes van pensando que, si tienen suerte, en estos eventos pueden hacer el agosto".





"Se está cantando mal. No se atiende a los mensajes que dejaron los antecesores".










Ramón Arroyo con Rancapino chico y MAF en la presentación del libro                                                                    "Canela de San Roque. Por el hablar de la gente", de Luis Soler y otros autores. 
San Roque, 2016.


            Dejamos para el final de las respuestas a la pregunta de cómo se canta hoy el fandango la del imprescindible y veterano aficionado Camilo Gómez, que tiene la mejor de las opiniones estimando, emotiva y poéticamente, que el fandango está "muy  fuerte, arraigado, admirado entre aficionados, profesionales y  público en general; llevándolo en nuestros genes como algo nuestro,  presumiendo de ser  una provincia cantaora de fandangos. Los nacidos en esta tierra inventaron, crearon, y perpetuaron una serie de estilos hermosos, flamencos, bonitos y difíciles que, a través de los años, han conservado y transmitido el encanto y el sabor que dejaron aquellos viejos interpretes que dieron nombres  a  sus  cantes con el sello propio, único de compás y aire,  denominados fandangos de Huelva". 








"El fandango está muy fuerte, arraigado, admirado... Los nacidos en esta tierra crearon una serie de estilos hermosos, flamencos, bonitos y difíciles..."



                  

              Camilo Gómez Cruz








2. ¿Considera que hay creatividad en los cantaores actuales?


            Así como la primera cuestión planteada tuvo división de opiniones, en esta segunda sobre la creatividad hay mayoría abrumadora negándola. Escuchar la discografía del último medio siglo -por tomar un período amplio-, confirma que estamos viviendo una época en la que sólo hallamos matices, sutilezas, pero casi apenas creatividad, a excepción de algunos cantaores que irán saliendo en las respuestas. En todo ese tiempo, no se ha primado ni se ha incentivado la creatividad, sino otros aspectos como la fidelidad de ejecución de los estilos o la técnica interpretativa. La creatividad no ha estado presente, ni siquiera como inquietud, en la escala de valoraciones del fandango. Bien es cierto que nos precedía una riqueza formidable para digerir, asimilar y copiar.  Pero, ¿por qué no la hay actualmente? La respuesta es necesariamente compleja. En todas las artes surgen, de manera súbita, grupos o generaciones que le dan un vuelco a lo que se conocía hasta la fecha y alumbran una personalidad nueva; surgen casi de manera espontánea y como respuesta a un estado de cosas. En el flamenco llevamos  un siglo en el que no ha surgido ninguna generación específica ni se han inventado cantes nuevos que hayan arraigado y se hayan asentado con propiedad. Un siglo sin innovaciones significativas.
            Pero el panorama del fandango es bien distinto, pues vemos que es un cante vivo, abierto  y en expansión. Desde la posguerra hacia acá no han dejado de crearse variantes, algunas de ellas plenas de personalidad:  citemos, como ejemplo, el fandango de Santa Bárbara que creó Canalejas de Puerto Real en 1944; los de Pepe Sanz de los años 50; uno de El Cojo de Huelva, grabado en 1954; el mal llamado por El Cabrero fandango de Montes de San Benito, grabado antes por El Muela en 1955, y el atribuido a José Ramírez Correa grabado en 1981; algunos de Paco Isidro, que aparecieron como variantes nuevas en su disco de 1960; el personal de Paco Toronjo; el del Peque de la Isla en una grabación de los años setenta de una actuación en la Peña Flamenca; el de Pepe La Nora, grabado en 1978; el de Rojita que grabó Manolo Castilla en 1979; el popular "De las cristalinas aguas" de autor desconocido y grabado por El Mixto; el de Riotinto interpretado por don Manuel Medina en una grabación de 1980 y versionado antes, en 1943, como fandango de Puebla de Guzmán por el Cojo de Hueva; el personal de Gonzalo Clavero, grabación de 1992; los de Zalamea cantados por María Isabel Ballesteros, que figuran en la Historia Antológica del Fandango de Huelva de 1999; algunas aportaciones novedosas en varios de los diecisiete fandangos, entre originales y versiones,  grabados por Los Marismeños en sus discos desde 1969... y otros.  Algunos intentos creativos más recientes no han llegado a cuajar.
            No relacionaré las aportaciones de fandangos inequívocamente huelvanos  de artistas de fuera de nuestra geografía cantaora, aunque sí hay que mencionar a los más sobresalientes porque han enriquecido el panorama del fandango aportándole nuevas melodías en los tres cuartos de siglo más recientes: Carmen Amaya,  Antonio Mairena, Antoñita Peñuela, Jarrito, Curro de Utrera, Fosforito, El Pali, Chiquetete, Camarón, Carmen Linares, etc.  Otros, en cambio, dejaron de cantarse: los antiguos de la Niña de los Peines que figuraban en su grabación de 1917, Emilia Benito y Teresa España en sus grabaciones de 1919, Amalia Molina en su disco de 1932, los camperos de la Niña de la Puebla de 1935... Se puede decir que al fandango, como música abierta y viva que es, se asoman propuestas que coquetean, especulan, buscan asiento en su amplio contenedor..., pero el tiempo los juzga, los somete a su cedazo y dicta finalmente si los acoge o los arrumba.

            Diversos y complejos factores influyen o condicionan la creatividad, entre ellos las capacidades del artista y el propio  ambiente. Reflexiona el cantaor Jesús Corbacho que "ser creativo es muy difícil, porque siempre tenemos esa losa de si lo que se está haciendo es desvirtuar el cante o si se está cantando con personalidad. Yo creo que cantando, siempre desde el conocimiento, se debe dar rienda suelta a la imaginación, pero la línea entre lo creativo y lo desvirtuado es tan fina... Desde luego, la creatividad tiene que ser algo natural, que salga de forma espontánea y no crear pensando 'voy a cambiar este fandango o este cante para hacerlo diferente'. Es 'ser' diferente, no 'hacerlo diferente'. Por lo que respecta al día de hoy, creatividad veo poca, y para colmo cuando sale alguien aportando algo nuevo hay muchas críticas sobre ello". Así es: esa crítica que se resiste a lo nuevo, que frena y que en el flamenco en general suele ser más descalificatoria que constructiva, ayuda poco a los intentos creativos. Helga Molina, profesora de cante, apunta que "hay de todo, hay gente que canta los fandangos tal y como son, otros que hacen algo más personal...  Pero es verdad que en cuanto alguien hace el fandango de una forma más personal es criticado por no ser fiel a cómo lo hacía su creador". Esa crítica entendida como guardiana de las esencias.

"Se ha desvirtuado mucho la forma de ejecutarlo... El fandango tiene mucha riqueza musical para decirlo... Hay fandangos con bajos preciosos, como los de Pepe Sanz,  que se pierden porque nadie los canta".                                                                                            Jeromo Segura en el Foro Flamenco de Canal Sur Radio y TV,  2013  

            
            Otro profesor y cantaor, Jeromo Segura, observa "que hoy día se ha desvirtuado mucho la forma de ejecutar los fandangos. Se canta encima o detrás del tiempo, cuando eso nunca ha sido así. El fandango tiene mucha riqueza musical para decirlo y últimamente he ido de oyente a  concursos en los que gana, en muchos casos,  el que más alto canta, y eso sí que es una pena. Y todo el mundo hace los mismos estilos. Hay fandangos con bajos preciosos, como los de Pepe Sanz, por ejemplo,  que se pierden porque nadie los canta".

            Como queda dicho, en la provincia de Huelva se celebra cada año una veintena de concursos de fandangos, a los que concurren alumnos de las diversas academias y escuelas y otros aficionados. En sus intervenciones, los concursantes suelen cantar una gama reducida de fandangos, que son los más lucidos y populares o los que están de moda, en detrimento de la rica variedad que tiene la provincia. Se percibe un seguidismo que no parece tener fin.  A no más de una veintena de variantes queda reducido el conjunto de todo lo que escuchamos cantar en estos certámenes. Como afirma José Juan de la Corte, "en los concursos se repiten hasta la saciedad los mismos estilos: el de Pepe la Nora, el de la Conejilla, el de Paco Toronjo, el de Santa Bárbara, Calañas o Cabezas Rubias.., mientras que otros estilos de cantaores de la tierra, como los de Rebollo, Comía, Peque la Isla y otros muchos apenas se escuchan". Mismos estilos y mismas letras. Pobreza, monotonía.

            Pedro Juan Macías dirige el Concurso de Fandangos 'Paco Toronjo', de Alosno, que le da un punto de observación privilegiado para evaluar esto de la creatividad, la formación de los concursantes y el sello de las academias donde se forman: "Sí que es verdad que en la mayoría de concursos de fandangos, que es donde principalmente se pone esto de manifiesto, se pueden apreciar los matices o sellos personales, cada vez más presentes en la interpretación de cualquier estilo de fandango".


   José Juan de la Corte, Manuel López, Jesús Naranjo y MAF, departiendo después de celebrar un Foro Flamenco     en Canal Sur Radio y TV, 2016.

            Manuel Curao habla de mimetismo y de reinterpretación como resultas de "la atención prestada al fandango desde hace cuarenta, cincuenta años para acá, con la consiguiente difusión de estilos. Esto  ha llevado a un lógico mimetismo con una alta  intransigencia a cualquier aportación.   El aficionado conoce al detalle los dejes y variantes de las decenas de fandangos existentes. Las grabaciones antológicas y  reediciones de lo primitivo puestas al alcance del gran público han contribuido, sobre todo, a la reinterpretación de lo ya creado. Como excepción encontramos a Paco Toronjo, que es el origen de este renacimiento  y como casos particulares en la línea  de novedad a Antonio Rodríguez Jaraqueño, Manola Sánchez y, por su polivalencia, a José María de Lepe". Esos nombres y otros son mencionados por el almonteño Francisco Jiménez: "Aunque es mucho más conocido como guitarrista, el cantaor que ha aportado matices nuevos a nuestro cante es José María de Lepe. También Jaraqueño, que lo ejecuta, además, con una enorme fuerza, dadas sus enormes facultades. Durante un tiempo, Arcángel le daba su impronta personal, aunque últimamente parece que se acerca más a sus fuentes principales. Otra artista que aporta melismas especialmente nuevos a los cantes de Huelva es la almonteña Sandra Carrasco, con una garganta prodigiosa y un dominio del compás fabuloso. Asimismo, Argentina y la también almonteña Macarena de la Torre, en la misma línea que Sandra, aportan maneras nuevas en el desarrollo de su estructura musical". Admitidas las aportaciones creativas más recientes, las de José María de Lepe y de Jaraqueño, principalmente, hay que reconocerles su personalidad, pero que todavía no han calado en los aficionados. Como dejó dicho Manuel Machado, "hasta que el pueblo las canta, las coplas coplas no son, y cuando las canta el pueblo ya nadie sabe su autor".  Hasta el momento, el micro mundo del fandango no les ha hecho hueco popular. Veremos cómo ahecha el cedazo del tiempo. 





"Las escuelas son válidas, enseñan bien, no trastocan el tronco y saben de la fidelidad a la propia verdad de este arte".






  
                                                                                                                                                                                                                                       Ramón Llanes.

            Antonio Jaraqueño, un innovador que ha hecho aportaciones interesantes pero escasas al fandango, dadas sus capacidades, y que podría haber contribuido mucho más -lo digo como reconocimiento-, define el presente como el tiempo de la copia. "Hay continuidad con el fandango del pasado, aunque la copia es inevitable, porque la referencia siempre tiene que ser alguien de los viejos creadores, y si ese alguien es Rengel, Rebollo o Paco Isidro, El Sordo..., ¿cómo va a haber copia, con esos autores como referencia? Creatividad hay muy poca, prácticamente ninguna. La creatividad está hoy en los guitarristas, pero no en los cantaores.... También es verdad que la creatividad es un don que se tiene y hoy esa cualidad es escasa. Pero, atención, la creatividad tiene que ser buena, tiene que partir de tener unos conocimientos muy amplios; todos los que crean no son buenos. En definitiva, hoy lo que existe y lo que predomina es la copia". Argentina se expresa en parecidos términos: "Ambas cosas. Hay alumnos con personalidad y que aportan detalles a los fandangos que cantan y otros que simplemente copian, y es una pena, porque aparte de tener una voz bonita y el interés en aprenderlo, quien canta debe desarrollar su personalidad, aspecto al que también tiene que contribuir el profesor que lo enseña para sacar lo mejor de cada alumno". En opinión de Ramón Llanes la creatividad es escasa: "A nivel de la música se crea poco, pero lo que se hace tiene que ver mucho con las escuelas actuales, que no enturbian los moldes; si acaso, en algunas de ellas los engrandecen. No pasa lo mismo con los textos, que se repiten los mismos de siempre porque el cantaor se acostumbra en exceso a asimilar un estilo con la letra antigua y no es capaz de romper este encorsetamiento. Esto creo que perjudica al creador y al cantaor". El profesor Juan Fernando González detecta debilidades cualitativas, ya que "en realidad el presente del fandango de Huelva, a nivel cuantitativo, tiene en estos momentos un soporte extraordinario por la gran cantidad de jóvenes aficionados que afloran en los concursos que se celebran por toda la geografía provincial. El aspecto cualitativo es el que falla; ahí es donde tenemos que ordenar las formas o los métodos de transmisión de nuestros fandangos".



Argentina con MAF. Presentación de su disco "Un viaje por el cante". Sevilla, 2012.


            ¿De creatividad hablamos? Para el guitarrista y profesor Antonio Dovao "hoy en día eso se ha perdido. Aunque suene mal, no encuentro a ningún cantaor o cantaora que me haga recordar experiencias de otro tiempo".  Y el también guitarrista Ramón Jesús Díaz ve "carencia total de innovaciones. Mismas letras, mismos estilos en la gran mayoría de aficionados"."Creatividad, ninguna, -afirma Manuel Batista-. Todo está uniformemente estandarizado. Por lo menos, eso es lo que yo aprecio". 

                    "Quien canta debe desarrollar su personalidad,
          un aspecto al que también tiene que contribuir
          el profesor que lo enseña para sacar lo mejor
           de cada alumno".  Argentina.

            Lo mismo de taxativo es el crítico Ramón Arroyo, que señala a un culpable claro: "No existe la creatividad, absolutamente para nada. y lo peor del caso es que tampoco se copia. No se estudia y se ha perdido ese apego que existía en el último tercio del siglo pasado, con el inicio de las Peñas. Hoy hay quien dicta cómo hacerlo: el profesor/a de turno".

            Eduardo Hernández Garrocho, que dio clases en el Aula de flamenco de la Universidad de Huelva durante siete años, amplía  la opinión sobre la pregunta formulada sugiriendo que hay docentes poco capacitados, cuestión en la que profundizaremos en la pregunta siguiente: " Todos sabemos que el fandango es la más genuina forma de expresión de los onubenses; debemos cuidar de él, mantener su estética dando apertura a las nuevas aportaciones, sin olvidar las habituales formas musicales y, eso sí, vigilar constantemente a los enseñantes que son muchos y con buena disposición, no lo dudo, pero posiblemente algo escasos de conocimientos. Del fandango está todo dicho, solo es necesario acompañarlo de una buena y adecuada pedagogía".







3) ¿Cómo se está enseñando a cantar a los jóvenes?



            Esta es una de las cuestiones que más debate suscita entre los aficionados en este tiempo: si se está acertando en la enseñanza que se imparten a los jóvenes aficionados. Cuestión delicada, porque somete a escrutinio los métodos que están aplicando algunos profesores y, por consiguiente, su capacitación para enseñar. Lo que se enseña queda reflejado en lo que reproducirán después sus alumnos. Y, sobre esa base, cabe preguntarse: ¿es ético que un profesor reforme determinadas características en la musicalidad de un fandango de autor histórico porque no le gustan las que tiene el modelo de origen o porque pretende enriquecerlas?,  ¿es moralmente legítimo cambiar, introducir giros o elementos diferentes en un fandango que fue creado por su autor hace un siglo o tal vez más?, ¿qué responsabilidad ética asume un educador que altera el original de un fandango, aunque lo haga con la intención de mejorarlo?  Son preguntas al hilo del debate, porque esto sucede. Hay profesores que desde su conocimiento de los fandangos decide introducir alguna modificación en alguna variante concreta porque estima, honestamente y no cabe dudar de su mejor voluntad, que con su aportación lo enriquece. Hay fandangos que sus creadores diseñaron con una musicalidad determinada que el re-creador actual considera mejorable... Pero si una modificación es sustancial, determinará, con mucha probabilidad, que los nuevos intérpretes no imiten el modelo original sino el reformado. Por otra parte, en esto de las reformas influye también el gusto del profesor que las realiza, que no tiene por qué ser, necesariamente, el más acertado.       

            Por poner unos ejemplos... Algunos de los fandangos que atribuimos a Paco Isidro tienen una musicalidad tan sencilla que algunos analistas los consideran 'simples' y que se podrían  adornar aportándoles matices que enriquecerían su expresión musical. A sensu contrario, en algunos de Rengel hay florituras vocales que sonarían más sencillos 'alisándolos' y hay profesores que así lo han hecho.  El fandango de Valverde: los aficionados valverdeños afirman que el de El Gatillo llevaba unos ayes y una ligazón que configuraban una determinada musicalidad; sin embargo, los que mejor conocían ese fandango lo rediseñaron en los años cincuenta -transcurridos cerca de treinta años de su muerte- para que Urbano López Pichardo cantara su versión en el Concurso de Radio Nacional de España, en 1956, y asegura éste que el modelo de fandango de Valverde que ha servido de modelo desde entonces es el que él cantó, que no es el original estricto de El Gatillo. Y no digamos lo que hizo después el gran líder, Paco Toronjo, que interpretó a su modo todos los fandangos que cantó y rediseñó, prácticamente,  la mayor parte del muestrario... En fin, hay ejemplos numerosos de modificaciones en los cantes del flamenco; casi podríamos encontrar tantas recreaciones como originales, porque cada cantaor hace aportaciones a lo que canta. El flamenco no es un conjunto de partituras rígidas, sino de piezas interpretables. Nos movemos en terrenos de la subjetividad en los que cualquier aspecto es relativizable.



           






Urbano López Pichardo cantó en el Concurso de RNE de 1956 una versión del fandango de El Gatillo que es la que toman como referencia desde entonces quienes cantan por Valverde.                                              En su casa, 2018.


            Partimos de la base de que buena parte de lo que conocemos del cante flamenco está sustentado sobre convenciones, acuerdos tácitos que hemos decidido aceptar para colocar el edificio sobre unos cimientos que resistan. Pero son convenciones. Hemos acordado tácitamente respetar que los cantes de El Mellizo eran como los cantaron, muchos años después, Aurelio Sellés o Manolo Vargas; que el polo Tobalo es como lo cantó Pepe Marchena porque así lo dijo el maestro;  que la Niña de los Peines interpretó la petenera de Medina el Viejo que ella aprendió  de su hermano Arturo... Cuando falleció Manuel Torre, comentaba Fernando el de Triana a un periodista que "como artista, tuvo en contra suya el no ser un fiel copista de los célebres cantadores que le sirvieron de base para sus creaciones; pero esta falta de exactitud en la copia la sustituía con ese sello inconfundible que imprimía a todos sus cantes. ¿A quién imitaba? A nadie... Sus autores favoritos fueron el Nitri, Manuel Molina, el Loco Mateo, el Viejo de la Isla, Juan Junquera y Francisco la Perla. De todos copió con más o menos exactitud; pero a muchos de ellos les daba más vida artística de la que los originales tenían"[3].

            Cuando no hay grabaciones antiguas de sus creadores y los cantes nos han llegado por vía interpuesta, convenimos en homologarlos "porque así lo cantó fulanito que dice que escuchó cantar" a tal o cual creador. ¿Cómo eran los cantes que nos han llegado afirmando sus versionadores que eran los genuinos de Silverio Franconetti, de La Serneta, o el fandango de El Comía? Incluso habiendo conocido a sus creadores, vemos cómo los intérpretes los copian a su modo, a su aire. ¿Cantaba Juan María Blanco como lo hizo Centeno cuando por primera vez grabó el fandango del alosnero en 1922?, ¿cuánta fidelidad hay en el fandango de Juan María grabado por Paco Toronjo setenta u ochenta años después de su creación? Bien diferentes son las dos versiones, la de Centeno y la de Toronjo.  ¿Cantaba Bartolo el de la Tomasa como lo versionó Pepe Rivera, como Pepe Briones, como Paco Toronjo...? Cuando no hay grabaciones de sus originales, hemos de aceptar lo que nos dicen los versionadores.



                                                                   Juan Fernando González

                      "¿Cómo trasmiten las academias la pureza                                      de los cantes? Si esta cuestión no es tomada                                    en serio con un método de estudio, las                                              generaciones futuras interpretarán                                                    'formas de cantar', pero no estilos".


            Pero, dicho todo lo que antecede, el debate sobre cómo hay que enseñar permanece y seguirá abierto.

            El cantaor y profesor Juan Fernando González se pregunta desde una evidente inquietud: "¿Cómo han transmitido las academias de las peñas la pureza de los cantes? Si esta cuestión no es tomada en serio y no se fundamenta un método basado en el estudio de las formas más arcaicas, de cara a unos años no tendremos más remedio que decir que las generaciones futuras interpretarán "formas de cantar", pero no estilos, puesto que el paso de tiemplo, asociado a los métodos de enseñanza y transmisión, disiparán los matices originales del fandango". Pedro Juan Macías, acostumbrado a escuchar cada año a decenas de jóvenes provenientes de las academias que acuden a competir al Concurso de Fandangos 'Paco Toronjo', de Alosno, afirma que "la mayoría de las veces observamos en el cante de los jóvenes una pérdida de esencia, pureza, identidad -o como queramos calificarlo- de la originalidad del fandango. El fandango deja de ser espontáneo y pasa a ser un cante mecanizado en cadencias, giros, quejíos e, incluso, en la misma secuencia de gestos si nos adentramos en la puesta en escena del cantaor/a de turno". Mimetismo, que tanto abunda, desde la repetición de las mismas letras hasta, en ocasiones, la misma gestualidad. Copismo.

            El cantaor Jesús Corbacho considera fundamental la figura  del profesor y su método educativo: "Depende de quién lo enseña. Mi opinión, a pesar de que también soy joven, es que hay que  enseñar las cosas como son, y no solo con la personalidad que tenga el maestro que enseña. En cada estilo de cante, no sólo del fandango, hay que mostrarle a quien quiere aprender un abanico de ese mismo estilo. Por ejemplo, el fandango de Rebollo mostrárselo cantado por Rebollo, con el final corto, como es;  ¿de quién mejor aprenderlo que de su propio creador? Y luego, mostrarle versiones de gente que se asimila a lo primitivo de ese estilo y que le da su personalidad, otros que alarguen el final... En fin, que la persona que quiere aprender conozca las distintas versiones que puede encontrar de ese cante, que le haga despertar su verdadera personalidad...No creo que se haga hincapié en enseñar el fandango en las academias de fuera de Huelva, si no se cantaría más por fandangos, porque es un cante que a la gente le gusta. En Huelva es lo primero que enseñan, al menos en mi caso fue así, con Amparo Correa en la Peña Flamenca, y a aprenderlos como son y me parece algo fundamental porque forma parte de nuestra cultura. Todo cantaor de Huelva pienso que está obligado a conocer los estilos de su tierra; además, el saber no ocupa lugar; el fandango es un cante maravilloso".
                                
"El estudio y la técnica acaso sean                mejores, pero a los cantaores de hoy         es falta ese arranque de garganta             que sale de las entrañas y ese                     quejío sentío y de verdad de los                   antiguos".                                                                                                                 






 Esther Gómez




            ¿Son tan prolijos en sus enseñanzas los profesores como para mostrar a sus alumnos todo el abanico que recomienda Corbacho? Obviamente, ese proceso requiere tiempo, medios y conocimientos amplios de quien educa. Y un aspecto que incide de manera fundamental en las respuestas a la pregunta que hemos formulado: ¿toman los profesores como base para enseñar las grabaciones originales de los creadores de fandangos? Nos consta que esto no siempre es así, y que el modelo con el que se enseña en algunas academias es el fandango que les canta el propio profesor, y no el fandango de Rebollo- por seguir con el ejemplo que nos indica Jesús Corbacho-,  de Rengel o de cualquier otro creador: enseñanza sobre versiones. no sobre originales.                                                                     
            Añadamos a este discurso coral unas gotas de un ingrediente sustantivo para el flamenco como es la nostalgia, ese sentimiento de rememoración del pasado que nos lleva, consciente o inconscientemente, a comparar lo de ahora y lo de antes y a veces a sublimar lo anterior. "Como a nuestro parecer / cualquiera tiempo pasado fue mejor", que dejó escrito Jorge Manrique en las 'Coplas a la muerte de su padre'. Me suscita esta reflexión lo que afirma Esther Gómez tras indicar que "el cante ni ha mejorado ni ha empeorado, sólo que hoy es diferente;  quizás con menos naturalidad. El estudio y la técnica acaso sean mejores, pero a los cantaores de hoy les falta ese arranque de garganta que sale de las entrañas y ese quejío sentío y de verdad de los antiguos, que algunos ahora intentan reproducir, en muchos casos sin éxito alguno". El cante es el mismo, pero la expresividad y el modo de contarlo de los artistas cambia con los tiempos. Jeromo Segura observa, desde su doble rol de cantaor y profesor, que  "Rengel, Rebollo, Paco Isidro y otros artistas de aquellos tiempos no cantaban como se canta hoy;  se cantaba, además, con otro aire,  lo mismo por Huelva que por el Alosno".  Cierto; no hay más que escuchar aquellos discos de pizarra de los años veinte... Pues aquí nos surge otra propuesta para el debate: ¿se debe enseñar a los jóvenes de hoy a cantar como se cantaba entonces? ¿Qué es lo que hay que enseñar, los modelos o las estéticas de los cantes? No suena igual el fandango de Pérez de Guzmán en la versión del Cojo de Málaga grabada en 1923 que en la de Manolo Vélez de 1977, por poner ejemplos distanciados en el tiempo. Son los mismos fandangos. Pero no suenan igual: no pueden sonar igual.
     
            El crítico Ramón Arroyo es contundente en su acusación y 'desnuda' a quienes han hecho de la enseñanza de los cantes una vía para ganar algún dinero extra, pero que no reúnen más requisitos de la afición y una base de conocimiento de los cantes: "No digo que estos profesores no conozcan los cantes, pero no tienen idea de enseñar, ni metodología, ni el conocimiento de la docencia necesaria". Meridiana es también la opinión de Manuel Batista sobre las capacidades pedagógicas: "es lógico -dice nuestro moguereño- que las escuelas de cante pongan el acento en aquellos fandangos que lucen más, en detrimento de los que lucen menos. Me atrevería a objetar el hecho de que cualquiera se siente capaz de enseñar y eso no es así". De la valoración de Batista extraemos otro aspecto para enjuiciar la labor docente actual: ¿qué variantes son las que se enseñan en las escuelas y academias? Desde su experiencia de acompañante , Ramón Jesús Díaz detecta que  "cualquiera se atreve a decir que canta por Huelva (véanse multitud de vídeos en las redes sociales). Algunos estilos ni se interpretan". En efecto, en cada edición de los concursos que se celebran cada año en la geografía provincial  se constata que no suele cantarse más que un grupo reducido de variantes del rico muestrario que tiene la provincia. La realidad es que hay fandangos que tienen poco 'tirón' popular  y son los que en las academias se aprenden de pasada, porque no dan lucimiento ni se van a cantar en los concursos para los que se preparan docenas y docenas de niños y jóvenes. Es decir, que en el ambiente educacional encontramos también un objetivo de competición, que en ocasiones llega a ser prioritario sobre el objetivo del conocimiento. La suerte es que hay donde escoger y que aprender. "Con la aparición de las escuelas de cante -argumenta Paco Cuaresma- se está contribuyendo a cultivar la extensa variedad de fandangos existentes, aunque el estricto aprendizaje tiene el inconveniente de restar duende al intérprete y clonar la ejecución de los maestros (Amparo Correa, Jaraqueño, Gonzalo Clavero son ejemplos)". Clonar, calcar...   

            Argentina habla desde su propia experiencia y es importante reparar en un detalle de lo que afirma: que la enseñaron a escuchar, a entender lo que se les dice, una virtud muy apreciable, sin duda:  "A mí me enseñaron a escuchar a los creadores del fandango, como Antonio Rengel, Rebollo, Paco Isidro..., y luego me hacían correcciones cuando era necesario. Estoy de acuerdo con la enseñanza del fandango, pero no me gusta escuchar a gente joven copiando hasta los gestos de sus propios profesores", afirma nuestra cantaora coincidiendo con otras opiniones ya vistas sobre la mímesis.

Alumnas de la Escuela de Cante de Antonio Jaraqueño, "La Nueva Generación".

            Arcángel reconoce que "se está haciendo una gran labor, a tenor del relanzamiento que ha tenido el género". Antonio Dovao prevé, con una perspectiva de tiempo, un futuro en el que se diferenciarán los profesionales de los aficionados, los artistas de la cultura fandanguera de  los trabajadores de esa cultura: "Los que viven de transmitir este arte, por desconocimiento o por dinero, enseñan a sus alumnos erróneamente, cuando ellos son los que tienen que conseguir crear aficionados, pues llegará un momento en que el flamenco estará repleto de cantaores, pero no de aficionados que llenen los teatros".








"Se está haciendo una gran labor de enseñanza, a tenor del relanzamiento que ha tenido el género".





Arcángel
            

          Llegados a este punto, vamos a atender los argumentos de otros tres profesores, además de los ya escuchados: Helga Molina, Concha Correa y Antonio Jaraqueño, que representan lo más destacado de la docencia flamenca de Huelva actualmente. ¿Cómo enseñan ellos el fandango a sus alumnos?, ¿y qué les demandan esos alumnos? Helga Molina nos dice que ella imparte "los estilos enseñando material didáctico, en el cual pueden escuchar a muchos de los creadores de los estilos de Huelva. También es verdad que a los jóvenes les cuesta mucho ponerse a escuchar a los antiguos, como yo les digo, y normalmente tengo que hacerles yo los estilos lo más fiel a sus autores, ya que lo que me demandan es que yo se los cante porque así no les resulta tan duro el aprendizaje". Concha Correa: "Una de las cosas importantes que intento llevar a cabo es estudiar los estilos, tanto provinciales como locales o personales, de los primeros intérpretes y creadores. A veces es complicado por no encontrar grabaciones, pero por suerte hay muchas". Y Antonio Jaraqueño: "Puedo hablar de mi escuela. Todos los alumnos que vienen de otras escuelas a la mía, creo que los profesores no tienen el nivel que deberían de tener para la enseñanza. Esto es lo que detecto en alumnos que vienen de otras escuelas y que traen una base muy floja. Yo intento enseñar lo que he aprendido de los grandes artistas del fandango". (Los alumnos de la Escuela de Cante de Jaraqueño llevan conquistados más de doscientos premios en concursos y competiciones flamencas en menos de una década de funcionamiento; tiene exceso de demanda y turnos de espera para entrar).

            ¿Debe imbuir de su impronta cantaora el que enseña a sus alumnos?  Hay muchos aficionados que cuando escuchan a un concursante cantar saben enseguida a qué escuela pertenece. Y esto, obviamente, quiere decir algo. Trini Navarro zanjaría este debate en pocas palabras: "El fandango se está cantando bien..., dependiendo de quién lo enseñe".


 



"El fandango se está cantando bien...        dependiendo de quién lo enseñe. Las academias tienen mucho que ver, pero hay profesores que se quieren lucir ellos mismos, más que preocuparse de    enseñar el fandango correctamente".






           


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Trini Navarro
       
            Por si pudiera llevarnos la crítica sobre las capacidades de los educadores a oscurecer la razón última, que es la utilidad de las escuelas y academias para la enseñanza de los cantes, Ramón Llanes constata que es "la clave actual de la permanencia de los estilos y de su cuidado. Las escuelas son válidas, enseñan bien, no trastocan el tronco y saben de la fidelidad a la propia verdad de este arte. Las escuelas están colaborando mucho en la divulgación, sobre todo en niños, y las peñas continúan también fieles a sus principios impidiendo especulaciones". Jesús Naranjo pone en valor la trayectoria descrita y la labor realizada; conviene guardar memoria del camino transitado:  "Mi parecer es que no se podría haber llegado a esta dimensión si desde los años setenta no hubieran actuado, con una labor sorda y a veces incomprendida, las peñas flamencas. Ejemplo claro es la divulgación y promoción que toma el fandango tras la publicación de las dos antologías de la Peña Flamenca de Huelva, a finales de los años 70, así como la labor divulgadora de la Peña Femenina en sus actuaciones y trabajos discográficos desde su fundación en 1983, o el concurso infantil de Fandangos de Huelva de la Peña de La Orden.  Nada hubiera sido igual sin estas aportaciones". El veterano Camilo Gómez, -¡tantos fandangos escuchados, tantos aficionados conocidos a lo largo de su vida!-, prefiere ver en positivo el panorama general: "En la actualidad  existe un elevado número de jóvenes artistas que interpretan los fandangos de forma magistral, con una gran difusión en todo el país y existiendo  un importante número de concursos en toda la provincia".

Cuadro de cante de la Peña Femenina de Huelva, años 80 del pasado siglo.

            En todo caso, aunque si se mira desde la distancia se pueden difuminar algunos matices, lo cierto es que se obtiene una más amplia visión de conjunto. Una visión global de lo que es la Huelva flamenca del último medio siglo nos ofrece un cuadro espectacular: nunca hubo tantos artistas ni tantos aspirantes. Casi un centenar de jóvenes tratando de hacer del flamenco su profesión y su ideal de vida es un número verdaderamente espectacular. Esto no había ocurrido nunca antes. Y el fandango ha estado en el origen y ha sido -sigue siendo- el primer germen de esta verdadera revolución.

             Manuel Curao conoce cómo se ha producido este movimiento y lo valora así:  "Pongo a Huelva como particular ejemplo del buen uso del patrimonio flamenco. Tierra que en los últimos  años domina el escalafón de las generaciones emergentes. Y es el fruto de un paciente y constante trabajo académico, que empieza por el conocimiento de los estilos propios y acaba con el empujón a la escena de nuevos artistas. La labor de las peñas, y en especial la Fundación Amparo Correa, en honor a la admirada pionera en estas labores académicas, convierten  a Huelva en un ejemplo que debía extenderse a toda Andalucía a través de las peñas".






4) ¿Cuál es el papel de las academias en la enseñanza del fandango?



            Esta es una cuestión estrechamente vinculada con la anterior. ¿Deben ser las escuelas y academias meros centros de aprendizaje de los cantes o deben involucrarse en impartir la cultura flamenca como un todo en la preparación de los futuros artistas?, ¿existen programas didácticos básicos de aplicación en todas ellas o cada una trabaja desde  la máxima del  'cada maestrillo tiene su librillo'?, ¿qué aportaciones hacen las academias a la creatividad?,  ¿qué contactos propician entre sus alumnos y los artistas?,  ¿cómo se relacionan con las Peñas? En definitiva: ¿cuál es su papel?  Hay muchas preguntas, siempre formuladas con el ánimo de mejorar y admitiendo que cualquier debate enriquece si ese es el propósito que lo suscita.


Cuadro de cante de la Peña Flamenca de Huelva, años 80.

            Merece que hagamos unas reflexiones previas sobre esto, antes de entrar en la exposición de las diferentes opiniones. Convenimos que estos centros de aprendizaje son hoy imprescindibles para la formación. Desde hace más de un siglo el flamenco es un arte profesionalizado y sus referentes son los artistas; a ellos les compete tanto la conservación del viejo patrimonio heredado como la creatividad y sus aportaciones renovadoras. Hoy ya no estamos ante las viejas estampas de una música ágrafa que surgió en los ámbitos marginales de la sociedad. El flamenco ha superado aquellos escenarios de miseria y marginalidad y se manifiesta en el pueblo -porque eso siempre lo mantendrá: su vocación de pueblo- como un arte dignificado que se ha sacudido viejos desprecios y prejuicios. Hoy podemos confirmarnos en un  estatus consolidado. Hace tanto tiempo que venimos reclamándolo como cultura musical histórica y sociológica del pueblo andaluz, cultura exportable al resto del mundo, que nadie desea vueltas al pasado. La decimonónica estampa romántica del aprendiz escuchando cantar a los viejos en los antros suburbiales fue superada. Aquellos aprendices del siglo XIX y anteriores que debían guardar en la memoria, con la máxima exactitud que les fuera posible, lo que escuchaban de los viejos cantaores porque no existían las grabaciones son cosa del pasado; hoy la tecnología permite escuchar las que se hicieron cuantas veces sean necesarias, editarlas, manipularlas a discreción...  Los tiempos han cambiado. El flamenco se ha redimido de aquel pasado sociológico y ambiental migrando del lumpen a la universidad y de las tascas a los teatros. El debate sobre la idoneidad de la enseñanza es  ya una cuestión asumida.  Hoy sabemos que a las cualidades naturales hay que añadirle preparación para ser profesional. Atrás quedan atavismos milagreros. El artista nace... y se hace, ambas cosas.



                                                   De juerga con Paco Toronjo, El Pinche y otros.

            Empero, insistamos: como arte de raíz que es, la tradición ha de ser siempre su norte, su estrella polar..., si no sucumbe al asalto irrespetuoso de quienes se sirven de él con la intención de aprovechar su caudal expresivo y emotivo, único en el mundo. Aunque como superviviente nato que es, me barrunto que el flamenco pervivirá durante mucho tiempo en el futuro, y el fandango ligado a él. Estoy seguro de ello.
Y con él pervivirán también debates como el de la transmisión.  Como decía Juan Talega, 'el cante bueno duele'. Pero no todos los cantaores consiguen emocionarnos.

¿De dónde extrae el intérprete esa profundidad de sentimientos, cómo se genera esa comunión? Esto es complejísimo de dilucidar y ni siquiera lo intentaremos, por manifiesta incapacidad para dar con las claves que expliquen los mecanismos del alma o cual sea su origen. Pero sí que referiremos algunos ejemplos de lo inefable de esta cuestión, la transmisión emocional.

            Dos grandes artistas de edades bien distantes y vivencias y ambientes bien diferentes: Alonso Rancapino y Rocío Márquez.  El veterano chiclanero sostiene que un cantaor no puede doler si no ha pasado hambre y fatigas, pero la joven onubense dice que ella no puede cantar hoy con ese bagaje emocional porque no pasa ni fatigas ni hambre. Rancapino nos emociona a los más veteranos con la meloja de su cante añejo, medido y doliente; Rocío Márquez emociona a públicos de otros países con el lirismo de su voz de trino. Los dos cantan flamenco, pero los percibimos de maneras bien distintas.

            Otro ejemplo de lo subjetivo de la materia que estamos tratando: contaba Paco de Lucía cómo después de toda una noche de copas y de juerga, en un amanecer en casa de Parrilla, en Jerez, cantó Camarón y él tuvo la sensación de que estaba escuchando algo excelso, "como si hubiera llegado el Mesías", mientras que el resto de los congregados en aquel patio permanecían muy relajados, como si no hubiera pasado nada. Paco vio aquella mañana a Dios en el cante de Camarón, mientras el resto solo escuchó un cante más, sin la magia transportadora que él había sentido. He ahí dos maneras de escuchar un mismo cante, dos emociones completamente dispares en el mismo escenario. El quid está en quien escucha; la predisposición del que escucha es parte de la comunión flamenca. Por eso ser aficionado a este arte es una categoría tan activa y tan valiosa.


"No comparto el hecho de fabricar cantaores, y menos de fandangos para presentarlos a concursos... La labor de estudio debe ser tomada muy en serio".
                                            







                           Jesús Naranjo con MAF

  
           Vamos con las respuestas de nuestros consultados a la pregunta sobre el papel de las academias. Comenzamos por las opiniones de varios profesores.  Esencial lo considera Antonio Jaraqueño "porque hoy no hay posibilidad de que los jóvenes puedan vivir el ambiente del cante como yo lo viví, o como lo vivieron Juan Carlos Romero o José Luis Rodríguez... Entonces, el artista era más cercano; hoy cuesta mucho encontrar esos momentos. Por esto las academias son fundamentales. El futuro para enseñar a cantar son las academias, no me cabe la menor duda". Jeromo Segura valora la necesidad de la enseñanza desde su propia experiencia familiar, porque "hay una cantera que viene empujando fuerte, gracias a Dios. Hay muchos niños que cantan pa comérselos... Yo los tengo en mi casa: mis hijas Samara y Estrella, mi sobrino Josué... Esta generación de niños que se enganchan a la afición al flamenco necesitan aprender en las academias". De acuerdo, pero ¿cómo?, ¿por dónde empezar a sistematizar y darle homogeneidad a  las enseñanzas? Por unas didácticas regladas, homologables y reconocidas por todos, propone Juan Fernando González, que lleva su propuesta al límite y propugna una iniciativa tan racional y lógica que se nos antoja una entelequia alcanzarla, conociendo el paño de los ambientes flamencos, cual sería constituir un modelo, un patrón al que invocar como canon último; canon de obligatorio reconocimiento por todas las instituciones que traten el flamenco en general (y el fandango en Huelva, específicamente). Dice él: "Los responsables de las escuelas o academias de enseñanza, las peñas flamencas y todas las asociaciones culturales que forman el entramado asociativo flamenco de nuestra provincia, en el caso de que opten por la formación de jóvenes aficionados, están obligadas a diseñar y programar didácticas basadas en los registros sonoros originales y no en las formas particulares de interpretación de cada docente". Se acabaría con las licencias que hoy se toman algunos educadores.  También clama Concha Correa por un patrón reconocible por todos, porque "hay un problema con el fandango; aunque haya muchas entidades (peñas, escuelas, concursos, etc.),  no nos hemos unido para aclarar y hacer un listado oficial de estilos. Pues a mí me ha ocurrido que pregunto a aficionados mayores por un estilo, en actuaciones y en concursos,  y me han dado respuestas diversas sobre de quién era, por ejemplo, un determinado fandango. Sé que es complicado, pero yo vería una buena idea aclararlo para todos".



 
"Los alumnos aprenden a cantar, pero después no acuden a ver una actuación flamenca... El futuro será como siempre: el buen flamenco estará en manos de cuatro majaretas que, a diferencia de lo que pasa ahora, en vez de ganar dinero les costará".
           
            





           Trini  Navarro cree que "las academias tienen mucho que ver, pero hay profesores que se quieren lucir mucho ellos, más que preocuparse de enseñar el fandango correctamente". Ramón Jesús Díaz opina que "la inmensa mayoría de las escuelas que hay están muy influenciadas por la personalidad cantaora de sus profesores, y si los profesores de las escuelas, que es donde actualmente se mueve el fandango, no enseñan correctamente los estilos, sino sus propias versiones, el fandango cada vez se degradará más. Con el agravante de que todos los días no sale un aficionado que rompe el fandango". (¡Y que lo digas, Ramón, que desde que se nos fue tu paisano Paco Toronjo todavía transitamos por este valle de medianías!). Ese seguimiento  del 'sello' de sus profesores puede generar dependencia estilística, porque, como indica Antonio Dovao, "otra cuestión que he visto, trabajando en academias, es que los que alumnos aprenden a cantar, pero después no  acuden a ver una actuación flamenca". Es decir, que las academias serían el recinto en el que empiezan y acaban las vivencias flamencas cotidianas de muchos alumnos, hasta que llega el momento de presentarse a cualquiera de los concursos que se celebran cada año. ¿Las academias como fabricas de cantaores? Responde Jesús Naranjo: "No comparto el hecho de fabricar cantaores, y menos cantaores de fandangos, para presentarlos a concursos. Si no producimos aficionados/as al flamenco, difícilmente se crearán personas con la capacidad y la actitud necesarias para la ejecución correcta (enfatizo: al menos, correcta) de nuestros cantes. La labor de estudio debe ser tomada muy en serio y con miras más amplias". Arcángel ve una relación lógica entre el aprendizaje y la pervivencia del cante: "Las escuelas y academias deben tener un papel fundamental, porque la enseñanza y la muestra del conocimiento es vital para la subsistencia de arte".


           


" Las academias acortan considerablemente el período de aprendizaje... Pero me atrevería a objetar el hecho de que cualquiera se siente capaz de enseñar, porque eso no es así".








Manuel Batista

           
             Preguntábamos al principio cuál es o debe ser la relación de las academias con las peñas. Y advierte Ramón Arroyo que "si el papel de las escuelas y academias es el de suplir a las peñas, ni por asomo. Creo que el aire que se respira en el entorno de una Peña es de más arraigo, y pienso que para los jóvenes es, incluso, más fácil".

            En líneas generales, nuestro consultados tienen opiniones favorables sobre el papel que vienen desempeñando las academias y escuelas de flamenco. A Argentina le parece  "muy positivo para la salud del flamenco el crear cantera desde una base. Yo diría que es muy completa su aportación, por la variedad de estilos que tenemos". Para el veterano cantaor Eduardo Hernández Garrocho les falta vinculación o control por parte de la administración autonómica[4], si bien su cometido es satisfactorio: "Las academias enseñan bien en general y lo hacen con rigor y con verdadera responsabilidad, salvo raras excepciones. Si acaso, hay que decir que tienen una gran deficiencia en las guitarras de acompañamiento; este es un tema que tienen muy abandonado. Solo veo en ellas que deberían estar controladas por entidades de prestigio que emanen de las áreas de flamenco de la propia Junta de Andalucía con la colaboración de las Federaciones de Peñas Provinciales".



            En general, ¿cumple la administración autonómica lo que determina el vigente Estatuto de Autonomía respecto al flamenco? Y por lo que respecta a Huelva, ¿tiene suficientes apoyos de las instituciones públicas onubenses el fandango?

            Ramón Llanes las considera muy positivas: "Aportan lo suyo con importancia, son constantes en la metodología, cultivan la belleza, se les notan progresos a los chicos que están en ellas. Es considerado como muy positivo (su papel)". Manuel Batista valora la facilidad que dan a los aprendices: "Acortan considerablemente el período de aprendizaje. El autodidacta tiene que buscarlo todo. El alumno de academia se lo encuentra casi todo hecho". Esther Gómez reconoce la contribución de las academias, admitiendo lo que hemos perdido de autenticidad por el camino: "Las academias hacen un favor al estudiarlo y diseccionarlo (al fandango). Eso está bien, porque ya no hay tantas reuniones en las puertas, no hay tabernas, no hay esas juergas eternas en las que la guitarra y las palmas eran lo primero y eso tiene que suplirse con centros de estudios. Es bueno, sí, pero pierde ese sabor callejero y ese pellizco de cantar para los amigos. De todos modos no es cuestión de analizarlo, es que es lo que hay y con eso nos tenemos que conformar y dar gracias que se siga propagando". También Francisco Jiménez ensalza la labor que hacen, con algún pero, ejemplo incluido: "Vaya por delante que la labor de las academias en la enseñanza del fandango es encomiable, pero pienso que se hace de una manera estándar y todos los alumnos hacen los mismos giros en los mismos tiempos musicales. Por ejemplo, al final del llamado fandango de Pepe la Nora, hacen muy larga la última cadencia, cuando Pepe o su paisano Isidro González la ejecutan más corta, con lo que se consigue un efecto muy flamenco. Quizás deberían enseñar a cada uno según sus facultades, siguiendo lo que se llama actualmente en la enseñanza "atención a la diversidad". Evidentemente, este fenómeno no se produce en todas ellas". Pedro Juan Macías ve en las academias el vivero de los concursos: "Si bien las academias restan originalidad, frescura, espontaneidad por el exceso de plagio al profesor/a de turno, sí que es verdad y es de mérito el reconocimiento al papel fundamental que éstas hacen sobre la divulgación y el mantenimiento del fandango en el mundo del flamenco... ¿Qué sería de los concursos o festivales sin las academias? Tristemente, no existirían; no hay otra verdad ( y puedo dar fe de ello con datos sobre

"¿Qué sería de los concursos sin las academias? Tristemente, no existirían...Observamos en los jóvenes una pérdida de esencia, pureza, originalidad... El fandango deja de ser espontáneo y pasa a ser un cante mecanizado"
                                                                      Pedro Juan Macías

el Concurso de Alosno)". Y Francisco Cuaresma pone la mira en las consecuencias que están teniendo para el fandango las nuevas técnicas que se le aplican al cante y en la necesidad de ahechar las nuevas hornadas (o de aplicar bisturí, como conviene a su argot de médico):  "Existe gran libertad en la ejecución en lo que se refiere a la técnica, con clara tendencia al enlentecimiento y la demora en los tercios, que algunos usan para relumbrarse con dudosa suerte en el intento. Esa técnica no aporta nada creativo y sí deteriora la antigua esencia, más rápida, firme y rotunda. En este punto llega a peligrar incluso el obligado compás, del que sólo está libre el fandango natural. A nivel creativo, no sé de ningún fandango nuevo que haya nacido en el siglo XXI, como en el anterior nacieron todos los que conocemos. Están saliendo y saldrán buenos intérpretes, pero existe una amplia amalgama que necesita un tajo de bisturí".







5) ¿Tiene el fandango la misma consideración flamenca que otros palos del cante? 



            Al fandango se le negó  el pan y sal en el flamenco durante décadas. Provenía del folclore y eso, para los aficionados al cante jondo,  le dejaba fuera, una exclusión que no le ocurrió, paradójicamente,  a otros palos derivados del fandango andaluz como las malagueñas, todos los abandolaos, los cantes de Almería, de Levante, mineros y granaínas, que fueron asimilados y compartidos sin mayores reticencias. Lo cierto es que el fandango de Huelva vivió en otro mundo durante buena parte de su corta historia. (Huelva misma, con su complejo de fondo de saco, permaneció demasiado tiempo replegada hacia su interioridad).

            El aflamencamiento es un proceso que inician los alosneros por el último tercio del siglo XIX y que fue consolidándose progresivamente con las aportaciones de los creadores andevaleños y onubenses. Pero no es muy seguro que ellos mismos, aquellos primeros aficionados cantaores de fandangos, tuvieran conciencia clara de que estaban construyendo un nuevo estilo dentro del flamenco. Hasta donde a uno le alcanzan los recuerdos personales, más lo que nos contaban otros lugareños más viejos, allá por las década de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, aquellos aficionados no tenían la idea de estar cantando flamenco cuando se rondaba, en las ferias y romerías, en las tallas de quintos, en las juergas en los bares o en otros acontecimientos sociales; ni había sensación de estar haciendo cante jondo, ni se cantaban otros palos en tales saraos (a excepción de las seguidillas o sevillanas), ni había presencia de gitanos. El Concurso de Granada no lo reconoció ni le dio cabida al fandango.  Antonio Chacón dijo de él que el fandanguillo era un cante "para cocineras, sin estilo y sin gracia..., que sirve, a lo más, para ganar dinero sin esfuerzo..."), aunque él los cantara luego a petición del público, incluso después de haberlo vetado en el cónclave granadino[5]. Y parecido 'aprecio' le tuvo la Niña de los Peines, que a mediados de los años veinte confesaría sin ambages que el fandango ... “es un cante tan sencillo que lo canta tó er mundo, un cante pa ciegos y criadas"[6]. ¡Pero ella fue la primera que grabó fandangos 'de Alosno', en 1917 y que merodeó por el Andévalo en las primeras décadas del siglo XX para escuchar y aprender esos cantes, que le sonarían bonitos y atractivos sin duda! Ni siquiera quienes profesionalmente se dedicaron después a cantarlo reconocían al fandango como tal palo flamenco. El mismísimo Paco Isidro, que en su tarjeta de visita se autoproclamaba 'creador del fandango de Huelva', afirmaba en 1957 -cuarenta años después de las primeras grabaciones- que el fandango 'tiene unas gotitas, solo unas gotitas de flamenco'[7]. Pero mucho antes, cuando el fandango comenzaba a tener presencia en los escenarios, en Huelva capital no se le reconocía como un cante propio[8]. Si con todas las vicisitudes que ha vivido a lo largo de un siglo y medio el fandango se ha ido ganando un lugar propio en el concierto flamenco, ha sido a base de superar los aires folclóricos y de seguir el toque y la estética flamencas. Si hay un cante disfrutado y defendido por el pueblo ese es el fandango en toda Huelva.

            Y ahí están, testimoniándolo, los alosneros que, diseminados por España en la última década del siglo XIX y primera del XX trabajando en la recaudación de los Consumos,  generaron con sus cantes un ambiente sugestivo para los cantaores profesionales. En Huelva, Granada, Málaga, Sevilla; y en Madrid, Murcia, Oviedo, Zamora... se conocieron estos cantes, nuestros fandangos, por boca de los propios alosneros. Decía José Nogales, allá por 1905, cuando la recaudación de los Consumos estaba en plena actividad y expansión, que "muchas veces, refiriéndose a los guardas y empleados de Consumos, he oído preguntar a los madrileños lo que es al tiempo un atinada observación: "Pero ¿qué gente es esta, que no parece sino una familia?"[9].  En la pregunta va implícita la respuesta y el quid de la cuestión: los alosneros, cuando vivieron fuera de su pueblo y diseminados por España, se reunían entre ellos en su tiempo libre y, para rememorar a su gente y su ambiente,  cantaban los fandangos y las coplas del riquísimo folclore que tienen. Entre ellos y solo ellos. Si acaso, cuando encontraban alguien de su cuerda, como es el caso de Fernando el de Triana ("Fernandillo el nuestro", le llamaban), le invitaban a que subiera a los escenarios y los cantara él; para ellos, sus fandangos eran de consumo propio, no eran cantes para espectáculos, sino para disfrute entre ellos. Estos de aquel tiempo de los Consumos fueron los que Juan Gómez Hiraldo denominó "los herméticos alosneros"[10] .

            Desde una mirada externa, nos encontramos varias fases en su caminar. El fandango que conocemos hoy emergió contra los prejuicios y el rechazo de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX; y desde los años veinte se hizo tan popular que avasalló en los escenarios a los cantes más profundos durante tres décadas como bandera de enganche de la ópera flamenca.  A partir de los años sesenta fue nuevamente subestimado, esta vez por el mairenismo, y brotó de nuevo, vigoroso y querido, en los años setenta (con las peñas, las antologías, los concursos) hasta alcanzar sus más altos grados conocidos de respetabilidad flamenca.



Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno

            Contemplada desde el interior, desde el cascarón protector de su idiosincrasia, la  trayectoria evolutiva ha sido diferente. El cante flamenco y los fandangos de Huelva siempre han transitado por caminos propios. La primera etapa en que encontramos al fandango ya emancipándose del folclore va desde el último tercio del siglo XIX hasta los años veinte, que es cuando experimenta su revolución más determinante, la que fija personalidad con las aportaciones de los grandes creadores (Rebollo, Paco Isidro y Rengel) y sus grabaciones y afloran para el público algunos fandangos alosneros.  La de los años veinte es la década gloriosa, cuando los de Huelva consolidan su predicamento y cuando alcanzan su cumbre con los más importantes intérpretes flamencos del momento (Vallejo, Marchena, Centeno, Cepero, el Cojo de Málaga y otros) pregonándolo por todos los escenarios en espectáculos de multitudes.

            A comienzos de los años treinta se produce la desaparición de la escena de sus creadores onubenses, y años más tarde viene la etapa oscura de la guerra y la posguerra para brotar de nuevo, con toda su potencia popular, en los Concursos de RNE en los años cincuenta, en alguna de cuyas ediciones se llegan a presentar  cerca de doscientos concursantes y en otras más del centenar. ¿De dónde salen tantos aficionados cantando fandangos?  Del pueblo, donde estaban antes de que los llamaran para subir a los escenarios. Donde estuvo siempre el fandango. Y se tiene por él un aprecio indubitable como cante flamenco; dice el diario Odiel, refiriéndose al primero de aquellos concursos que las actuaciones son un mérito porque  rescatan el fandanguillo valiente y retador, sin jipíos llorones ni melopea morisca..., de la sierra y de las tierras llanas, que se iba perdiendo poco a poco..., y levantar la bandera de nuestros cantes antiguos..., el fandanguillo puro, más difícil pero más bonito’.[11]

            De estas competiciones radiofónicas sale catapultado a la fama el representante más importante que nunca tuvo nuestro cante: el alosnero Paco Toronjo. Y todos nos subimos con él en esa ola.  A estas alturas, uno se pregunta todavía qué habría sido de la consideración de los fandangos de Huelva sin la aportación flamenca de Paco Toronjo. En los años setenta irán apareciendo las peñas flamencas, las antologías discográficas y las escuelas y academias que enseñan orgullosas las diversas variantes a niños y jóvenes que se han aficionado al cante en los años ochenta y noventa, hasta crear el impresionante vivero que conocemos. 

            He considerado necesario describir someramente de dónde viene el fandango para trazar su trayectoria y ver a dónde ha llegado; para verificar si ha encontrado su sitio en el contexto general del flamenco..., aunque cabe preguntarse si su aspiración era estar en el plantel de los cantes en pie de igualdad con el resto. A estas alturas, un siglo después de aquella eclosión que lo cargó de entidad y enriqueció sus variantes, el fandango sigue teniendo su propio discurso y su propio itinerario. Quienes más se acercan a él, más lo aprecian; quienes lo miran desde la distancia y la desgana por estudiarlo se pierden sus encantos, que son muchos. Decía Pepe Marchena, refiriéndose a lo que le demandaban los públicos,  que "lo que le gustaba a la gente, como siempre ha pasado, eran los fandangos"[12], y él sabía de esto.



Paco Toronjo
           
            Manuel Curao valora el tránsito histórico descrito por los fandangos de Huelva y considera que  "entró en una dinámica cambiante una vez descabezada la idea que dividía los cantes en chicos y grandes. A ello contribuyó el interés por conocer y difundir la riqueza patrimonial que encierra, por el apego a rituales y usos fiesteros, y por la diversidad en cuanto a aportaciones personales y territoriales. Esta remesa de consideraciones  es algo nuevo que surge al amparo de los tiempos más modernos gracias a la creación de peñas, grupos de estudios e investigaciones y actividades concebidas para la conservación y promoción de lo propio en Huelva y provincia. Cuando aterriza Paco Toronjo en el mundo de los festivales, se pone de manifiesto que los cantes de Huelva juegan en la misma división que otros cantes. La trascendencia de sus fandangos es equiparables a las más genuinas seguiriyas y provoca con sus sentencias sensaciones similares a las más profundas de las soleares".

          "Cuando aterriza Paco Toronjo en el mundo de los                           festivales, se pone de manifiesto que los cantes de
        Huelva juegan en la misma división que otros cantes...                  Si Huelva está aportando nombres relevantes al
       flamenco actual, estas nuevas figuras deberían                                aprovechar sus conocimientos y ofrecerlo, porque     
       además tiene éxito". Manuel Curao



                              Manuel Curao con MAF en los estudios de Canal Sur Radio, 2011

          Francisco Cuaresma cree que "se trabaja bien para la conservación y difusión del fandango de Huelva, hasta el punto que se ha acabado dignificándolo como un palo del flamenco y no un cante folklórico de complemento como siempre ha estado considerado. Pero quizá falten figuras como Paco Toronjo que pongan el broche final a tan elogiable labor". En las dos opiniones precedentes aparece, como en tantas más, Paco Toronjo como el adalid del fandango por su contribución indiscutible a la equiparación a los otros palos del flamenco. Sin escatimar un ápice de su importancia, parecería que focalizamos la cualidad flamenca del fandango solo en Paco Toronjo. Es natural; hablamos desde el presente y con opiniones cimentadas en lo que escuchamos y tenemos más cercano: los programas flamencos de las emisoras de radio, de las televisiones, la historia más reciente... Si preguntáramos cuál es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, la mayoría diría hoy que Messi o Cristiano Ronaldo, porque no vieron jugar a Di Stefano ni a Pelé ni a Cruyff. Convendría invocar la memoria y las grabaciones para situar a Rengel, de quien diría Antonio Mairena que "sus fandangos representan en nuestros días lo más depurado y noble de este cante. Rengel de Huelva fue enciclopédico..., los abarcó todos y todos los dijo con limpieza y honesta fidelidad a la tradición”. Y a Rebollo, que influyó en todos los fandangueros de su tiempo y era lo que llamaba Joaquín el de la Paula a Manuel Torre, un "acabarreuniones", porque después de él no quería cantar nadie[13]. Pero, en fin, vivimos a lomos del presente.

            Diferente es la opinión de Arcángel y nos interesa de manera especial porque él es testigo de primera mano, en sus vivencias diarias, de cómo tratan y valoran los artistas al fandango de Huelva; él conoce los entresijos, las conversaciones de entre bambalinas y camerinos, los comentarios espontáneos de sus compañeros... Y más que opinión, la suya es una conclusión extraída desde el interior de los ámbitos artísticos: "Muy a mi pesar no la tiene, aunque su éxito es inapelable". Valoración en la línea de la que hace Eduardo Hernández Garrocho para quien "los flamencos no tratan bien al fandango, lo ven como un género inferior al resto de los cantes flamencos. Pero estoy seguro de que tan solo es por el desconocimiento de toda la variedad de estilos que tenemos, así como de las distintas musicalidades. Si conocieran todas las virtudes que tienen nuestros cantes, seguro que lo respetarían mucho más". "Desde luego, si tuviera la misma consideración que otros palos, -puntualiza Jesús Corbacho- muchos cantaores incluirían en sus repertorios los fandangos de Huelva, porque por variedad de estilos y fandangos bonitos no será. Y sí,  al flamenco en general le encanta el fandango de Huelva. Quien diga que es cante chico, que muchos lo dicen, que se pare a escuchar a Rengel, Paco Isidro, Toronjo... y luego lo discutimos".

            Vemos ahora lo que plantea Pedro Juan Macías añadiendo más preguntas -algunas, retóricas- al debate. "Es este un tema más que interesante -dice-. Se podría debatir y después de cientos de horas y miles de hipótesis no tener respuestas ciertas sobre la escasa valoración al fandango en Huelva. ¿Están todos los cantaores lo suficientemente formados para arriesgar en sus espectáculos y cantar por fandangos de Huelva? ¿Por qué esa división de cante grande o chico? ¿Chico por ser el menos utilizado en espectáculos y festivales? ¿ Cómo es que los cantaores más representativos de nuestra tierra no lo utilizan como fin de fiesta?".

            Muchos profesionales foráneos ven al fandango de Huelva, con tantas variantes y tantos matices diferenciadores, como un auténtico bosque musical en el que es más fácil perderse que salir airoso, y esto no invita a arriesgarse. "Evidentemente -afirma Ramón Llanes- en Huelva y provincia la consideración del fandango excede los límites que pudiera tener el flamenco en general. Aquí el fandango no es considerado 'cante chico': es una fuente, es una insignia, es una filosofía. Los demás palos están muy supeditados a la impronta de nuestra identidad". Manuel Batista resalta la singularidad que caracteriza al fandango en función de quién lo cante: "Hay fandangos de una jondura espectacular. En la tierra huelvana, el fandango nuestro adquiere un agigantamiento en su impronta y toma rasgos exclusivos, destacando la gran diferencia que media entre la ejecución de gente de Huelva y la de gente de otros sitios".

            Para Helga Molina el fandango "sigue teniendo la misma consideración que ha tenido siempre, Simplemente, está más en auge en nuestra tierra; hay más concursos en toda la provincia y eso es bastante positivo". Argentina, que suele cantar a gusto por Huelva, considera que el fandango es hoy un cante respetado y valorado: "Sí, totalmente. Para mi tienen todos los cantes la misma importancia y son igual de difíciles de ejecutar. Lo que sí es cierto es que, dependiendo de las cualidades de cada persona, se interpretan algunos cantes más que otros". Ramón Arroyo piensa que "hoy en día, la consideración que se le otorga al fandango, en líneas generales, es igual o similar a la que tenía en la época de la Ópera Flamenca. Claro está, siempre habrá un sector que no le dé el valor que le dan otros". Antonio Jaraqueño dice estar convencido de que el fandango juega hoy en la misma división que otro cantes: "Estoy convencido de que sí; hoy el fandango tiene está considerado; quizás gracias a aquellos artistas que dejaron una base muy sólida, o tal vez también por el protagonismo de los que hoy están y lo mueven. Sin lugar a dudas, aquellas creaciones del primer tercio del siglo XX fueron tan grandes y tan extraordinarias que tenía que dar sus frutos. Los artistas de hoy también aportan su parte, y eso hay que reconocerlo". Esther Gómez también lo ve en el mismo nivel: "Siempre he dicho que el fandango pudo ser, en algún tiempo, ese cante que al final -y casi siempre  el natural y no por Huelva-, metían los artistas. Sin embargo, desde hace unos cuantos años el fandango ya no es un cante menor y mucho menos se canta al final, sino que se ha convertido en uno de los palos que los artistas valoran, estudian y trabajan para deleite de los aficionados y no falla en sus repertorios". Desde sus responsabilidades en la Federación de Peñas, José Juan de la Corte se muestra satisfecho: "Personalmente alabo y aplaudo que haya gente moviéndose con nuestro emblemático cante y así lo reconozco constantemente, sobre todo cuando hago la memoria del circuito de la Diputación de Huelva, cuyo título es 'Por la Ruta del Fandango de Huelva y la provincia', en la que se obliga que se interpreten los fandangos de la tierra".

            Francisco Jiménez aprecia el avance en su consideración flamenca y en iniciativas que redundan en su defensa: "El fandango, globalmente considerado, y el de Huelva en particular, gozan de muy buena consideración entre los grandes del flamenco. Sin embargo, hubo un tiempo en que esto no era así, sobre todo en lo que respecta al nuestro. No obstante, poco a poco ha ido ascendiendo en la valoración, tanto de los artistas de fuera de Huelva como de los aficionados y en más de un recital en nuestras peñas los profesionales se han preocupado de preparar algunos estilos, lo cual es muy meritorio, aunque no le den el aire que le damos aquí. En este sentido, en el Concurso de Cante que celebra la Peña Flamenca de nuestra capital, hay una sección que obliga a la interpretación de varios fandangos de Huelva, lo cual supone una muy buena apreciación para que se dignifique más de lo que ya estaba".







6) ¿Ha traspasado el fandango el entorno huelvano o sigue viviendo en sus reductos tradicionales?



            Escuchemos en primer lugar a los cantaores profesionales que actúan por el mundo. Jesús Corbacho, cantaor de atrás para el baile, ha girado por numerosos  países y por los principales teatros de España. Aunque los bailaores actuales no suelen bailar el fandango en sus actuaciones, conoce de primera mano este tema y suele cantar fandangos con frecuencia; por ello sabe que "el fandango no tiene fronteras y es admirado por el público en cualquier lugar del mundo, y doy fe de ello. Sí es verdad que la gente de Huelva hemos 'colaborado' -afirma irónico-  en que no se extienda y me explico. Va alguien de fuera a cantar a una peña onubense y, por agradar y porque le gusten nuestros cantes, pues canta por Huelva... Y resulta que por 'h' o por 'b' a nosotros no nos suena a Huelva... ¡Pues aguante usted críticas a diestro y siniestro! Y para remate la frase del millón: "es que pa cantar por Huelva hay que ser de Huelva.., ¡qué valor cantar por Huelva aquí..!." Pues no señor; hay que agradecer que se acuerden de nuestros cantes y, si podemos, echar una mano y decirles 'este fandango va por aquí y no por allí'..., todo con respeto y con cordialidad". Argentina habla desde su propia experiencia: "El fandango de Huelva gusta siempre, prueba de ello es que a donde quiera que voy a cantar, sabiendo que soy de Huelva,  ya están pidiéndome que cante por fandangos desde el principio de mi actuación... Algo que me da tristeza es que los artistas que no son de Huelva no se atrevan a cantarlos, ni siquiera a intentarlo, ya sea por miedo, respeto o desconocimiento. Cuando escucho a algún compañero o compañera cantarlos me da alegría, me pongo muy contenta". Helga Molina también considera que "sí ha traspasado fronteras, pero no lo suficiente. En cualquier recital o festival de flamenco se puede observar que todos los cantaores hacen la mayoría los mismos cantes del flamenco y solo cantan por Huelva cuando actúan en nuestra tierra". Sí, pero...

            Arcángel afirma que el fandango "ha traspasado fronteras gracias a que la nueva generación de cantaores de nuestra tierra lo han tomado como bandera y santo y seña propios". Afirmación que comparte Eduardo Hernández Garrocho, que además propone iniciativas docentes: "Estoy totalmente de acuerdo en que el fandango ha traspasado fronteras. Hoy nos reclaman de muchos países enseñanzas de nuestro flamenco. Estimo que, deberíamos tener monitores de cada una de las provincias cantaoras de flamenco. Tenemos que crear algún órgano responsable de todos los monitores que nos representen ante cualquier entidad que así lo soliciten". (La propuesta de Garrocho para distribuir por Andalucía monitores que pudieran enseñar todos los cantes -si es este el fondo de su propuesta- es un ideal académico que ya propuso a los departamentos encargados de la cultura flamenca de la Junta de Andalucía el maestro Manolo Sanlúcar hace unas décadas y con relación al toque:  crear un canon básico de acompañamiento de todos los cantes, enseñarlo con un programa pedagógico exponencial comenzando por  un guitarrista encargado por provincia que lo enseñaría, a su vez, a otros muchos guitarristas que seguirían la cadena formativa. No cuajó la idea y el proyecto quedó archivado sin desarrollo).  

            Paco Jiménez recuerda un hito decisivo, el Concurso de Cante Jondo de 1923, que se celebró -no perdamos de vista este acontecimiento- un año después del Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922 (convocado contra 'el absurdo flamenquismo', denunciaba la revista La Canción Popular)[14], en el que el fandango había sido marginado y apartado del grupo de los cantes que quienes lo convocaron  consideraban que había que preservar. Dice Jiménez: "... se está consiguiendo que nuestro emblemático cante esté trascendiendo definitivamente del entorno huelvano. Mirando con perspectiva histórica, encontramos un hito decisivo. Me refiero al festival que se celebró en el verano de 1923 en la plaza de toros de Huelva en el que intervinieron, entre otros, Niño Gloria, Manuel Torre y Antonio Chacón, los cuales homenajearon a nuestro fandango. Después lo hicieron otros, y así fue naciendo el fandango natural o flamenco, tomando como base fundamental los estilos de Rebollo y Rengel. Un cantaor que hizo una gran labor, en este sentido, fue el sevillano Rafael Pareja. O sea, que hace mucho tiempo que los aires de Huelva calaron entre los grandes de nuestro arte más universal". Efectivamente, un año después del certamen granadino personalidades de Huelva como el alosnero Marcos Jiménez, el aristócrata José Pérez de Guzmán y otros, metieron a nuestro fandango en el concurso del coso de La Merced, incluyéndolo en el contexto flamenco del resto de los cantes. En el mismo escenario y con un apartado propio. Cuentan las crónicas de aquel acontecimiento que Manuel Centeno "fue ovacionadísimo en varios fandanguillos alosneros"[15]. Centeno traía recién estrenado su disco de pizarra en el que había plasmado el fandango alosnero de Juan María Blanco (la primera vez que se grabó un fandango de autor alosnero conocido, por cierto).

             (En tiempos atrás había apasionados debates sobre las diferencias entre cante andaluz, cante flamenco y cante jondo. El dueño de un café teatro de Cádiz se quejó al gobernador civil de que la empresa que tenía contratado su local daba espectáculos de cante flamenco, cuando en el contrato figuraba que sólo podría darlos de cante andaluz. El gobernador  se declaró incompetente para resolver la denuncia)[16].  Bien es verdad que a lo más que ha aspirado en su vida el fandango es a ser considerado como cante flamenco; jamás a nadie se le ocurrió emparentarlo con el cante jondo. Si midiéramos con alguna de las absurdas divisiones con las que se han querido encasillar a los cantes, lo de 'cante chico' le viene chico al fandango, pero lo de 'cante grande'...

            Antonio Jaraqueño no vacila a la hora de valorar si ha salido de sus límites geográficos el fandango: "Sin lugar a dudas -afirma-. Y eso se le debe a aquella gente. Hay que recordar cómo traspasaron fronteras Rengel o Paco Toronjo, cada uno en su momento. Y que Onofre, por ejemplo, ya en el presente y haciendo su labor, también traspasó fronteras. Hubo mucha gente que llevó al fandango mucho más allá de las fronteras provinciales. El fandango hoy es reconocido y no cabe duda de esto".

            Cuando un manifestación artística alcanza tal grado de sofisticación que se convierte en materia solo para entendidos, el aficionado común se confunde y el profesional se desentiende. Por eso cabe preguntar: siendo el fandango un cante tan sencillo, ¿será la complejidad actual lo que aleja a los cantaores foráneos  de los fandangos de Huelva... o será el grado de exigencia que desde Huelva se impone para pasar la prueba lo que los hace desistir? Manuel Curao pone la mira de su observación en este detalle como uno de los factores de distanciamiento de los artistas respecto del fandango. "El fandango traspasó fronteras y se instaló en el repertorio de los artistas desde los primeros tiempos. Como piezas instrumentales en los bailes de salón siglos atrás y como cante desde las primeros registros sonoros. Es la carta de presentación de los primeros cantaores  que profesionalmente salen de Huelva para incorporarse a los circuitos flamencos de la época (Rengel, Rebollo, Isidro…). El fandango ha pasado de ser un cante de repertorio  a granel  a tener la consideración  de VORS en la actualidad. (Las siglas VORS califican a los mejores vinos jerezanos     -"Very Old Rare Sherry", Vino Seleccionado como Óptimo y Excepcional-, certificando que tienen una edad media de más de treinta años). Tan es así, que en la actualidad los cantaores y cantaoras que no  son de Huelva no le meten mano, motivado por el gran respeto -miedo- a hacer estos cantes tan complejos. Porque el fandango está tan estudiado que ya se habla de matices y de versiones de un mismo estilo: fandango al estilo de Rengel según la versión de… Una locura. Las figuras no están por arriesgar en estos casos".

            Con la discografía se comprueba cómo desde los años cincuenta han ido progresivamente disminuyendo las grabaciones de artistas de fuera y aumentando las de los autóctonos. Pero no sería justo comentar esto sin reparar en dos cuestiones: una, que en los años sesenta (la época de los bailables, de los 'fandangos espídicos' -así los denomino en el capítulo 3 del libro Huelva, tierra de fandangos-) se cometieron tantas tropelías por parte de discográficas y artistas foráneos que provocaron la reacción por la dignificación. Y dos, que el academicismo generado por las antologías grabadas en los años setenta y la defensa que del fandango se hizo desde las peñas acabó generando el clima en el que este cante vive todavía.

            Pero, ¿de verdad importa que el fandango llegue a otros territorios, a otras culturas? ¿Venimos obligados por este mundo en el que todo se mercantiliza, en el que todo se tasa  por su valor comercial, a exportar el arte de raíz de nuestro pueblo como un producto más? ¿Qué gana el fandango con eso? Son preguntas que también caben en este debate. Ramón Llanes lo considera una joya de nuestra cultura: "El fandango es una esencia para minorías fuera de nuestro contexto. Exportar no importa mucho. El cantaor no se dedica a actuar para exportar; si se oye en otros lugares es propiciado por los contratos que llegan, pero no hay una especial determinación por enseñarlo al exterior. Se masca aquí, se cuida aquí, se vive aquí. Incluso en algunos lugares de la provincia, donde existen tantos mimos para evitarle modismos, está mal llevado el proselitismo inculto o el manoseo vulgar. El fandango es una joya y hay conciencia de preservarla al máximo". Venimos de la tradición, observa Manuel Batista: "El reducto tradicional al que te refieres con tu pregunta es el vivero legítimo de este cante. Ahí sigue con toda su riqueza cromática. Fuera de nuestras fronteras provinciales causa gran aceptación cuando se escucha. Otra cosa es que lo canten: nadie canta por Huelva, sino por Toronjo". (-. Cada vez menos, amigo Bati: la juventud renueva cada pocos años sus referentes musicales y ahora se escucha y se sigue ya a cantaores más jóvenes. Es el proceso inevitable de la maquinaria del tiempo, que va marcando con ceniza la memoria de la lejanía).

            No encuentra  Ramón Arroyo cambios sustantivos en este panorama: "Pienso y creo firmemente que seguimos anclados en nuestro propio territorio; se sigue ofreciendo la misma imagen de los tablaos flamencos de finales del pasado siglo. Solo un pequeño reducto de cantaores de la tierra es el que, de alguna forma, lleva ahora el fandango de Huelva a los confines de la tierra. En definitiva, seguimos casi igual que antes". La realidad demuestra que el avance en la externalización del fandango es complicado: salvo casos excepcionales como la academia de la Fundación Cristina Heeren, las de otras provincias no enseñan a cantarlo; es difícil encontrarlo en los espectáculos flamencos; tampoco es un cante especialmente practicado en las peñas salvo cuando actúan artistas huelvanos. En todas partes gustan los fandangos, sí..., pero en pocos espectáculos de flamenco se cantan. Sobre eso reflexiona Pedro Juan Macías: "Bajo mi humilde opinión y aunque el fandango llega, gusta y transmite en cualquier lugar del mundo, sí que es verdad que cuesta la misma vida no solo escucharlos cantar ya no sólo en cualquier punto de la  geografía española, sino dentro de la propia Andalucía. Ciudades como Almería, Jaén, Granada, etc.. no  se prodigan en demasía con este palo del flamenco. Tristemente, el fandango sigue atrincherado en nuestra provincia".
                                                                                     

















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7) Los artistas de Huelva ¿actúan como propagandistas del fandango cuando cantan fuera de Huelva?


            El cante es del pueblo porque ahí nació, pero quienes lo administran y lo recrean son los artistas. Y desde que llegaron las grabaciones, a finales del siglo XIX, ellos son los referentes y quienes tienen la capacidad de influir en las audiencias. De ahí que  cuanto de vitalidad o de atonía, de brillo o de opacidad tenga un palo en un momento determinado -en nuestro caso, el fandango- se les debe a ellos. El paradigma más cercano es Paco Toronjo, que con las mismas mimbres que tuvieron otros, con las mismas variantes que otros cantaban, alzó su prestigio hasta las más altas cotas del aprecio flamenco. Por eso importa si nuestros más eximios artistas paisanos lo divulgan y lo cantan en sus actuaciones. Valga el ejemplo del fandango "Calle Real" , que lo grabó por primera vez La Andalucita en 1932 como una variante antigua y que con el transcurso del tiempo devino cané. Sin embargo, la versión que más se ha escuchado en todo el mundo ha sido la que grabó Camarón en 1983. Son los artistas, pues,  los que dan el impulso al flamenco y por esa razón nos interesa testar si los de Huelva difunden este cante autóctono en sus actuaciones y en sus grabaciones.


Niño Coria, Peque de la Isla, Azuaga, Niño Miguel, El Brujo, Antonio Sousa, Segundo Zarza y otros aficionados de Huelva, años 60 del pasado siglo.
           
            Entre las generaciones jóvenes, los profesionales de mayor fama  (Arcángel, Argentina, Rocío Márquez, Jeromo Segura, Jesús Corbacho, Regina), que son los que más actúan en el exterior, tanto en el resto de España como en el extranjero,  tratan los fandangos -sálvese quien pueda- de manera testimonial en sus actuaciones y en sus discos. Solo Sebastián Cruz, de entre esta élite mencionada, ha dedicado a este palo amplia atención en su discografía

            Jesús Naranjo pone el énfasis  en que "quizás no se esté aprovechando el camino recorrido.  O puede que algunos de nuestros artistas no estén dándole la importancia debida en sus actuaciones, no otorgando a nuestro cante la importancia y valoración que merece (preciso: sólo algunos). También hay que indicar que nuestras exigencias sobre ellos, como aficionados o críticos, es mayor. Pero es fundamental que nuestros cantaores lleven por bandera el fandango. No en vano es un cante capaz de levantar emociones. Deben conocerlos y sentirlos. No basta con aprender de forma mecánica letras o estilos, a veces adulteradas por el paso del tiempo o por no acudir a las fuentes originarias". En parecidos términos lo ven Trini Navarro, para quien "los artistas de Huelva sí que lo sacan fuera de aquí, aunque quizás no lo cantan como deberían";  Ramón Arroyo: "aunque quizás no todos, pero quiero y deseo que así sea; muchos me consta que así lo hacen", y Helga Molina: "los artistas de Huelva son grandes embajadores de nuestros cantes, como Arcángel y otros". Bien, pero ¿podrían extenderse más, darle un papel más protagonista al fandango? "Creo que sí -afirma Antonio Jaraqueño-. Es verdad que podían hacerlo mucho más; podían llevar al fandango a una escala superior, pero reconozcámosles que cada uno hace lo que tiene a su alcance. También creo que el político tiene una gran repercusión en nuestra música y nuestra cultura y quizás no están aportando lo que se necesita. Esto de la proyección exterior es un tema global; si los políticos propiciaran un poquito de cancha, tal vez los artistas aportaran un poquito más. Pero debo reconocer que el artista de Huelva podía hacer algo más de lo que hace por el fandango, y no se me tome esto como una crítica destructiva. Si entre todos aportáramos, el fandango quizás tomaría una dimensión más grande, con aportaciones de políticos, artistas, profesores, creadores, etc. Así estaría el fandango en la cúspide".

            Manuel Curao  reconoce que los artistas onubenses tienen tradición de divulgadores de sus fandangos, pero...: "Siempre lo han sido. Pero dedican bastante menos espacio y tiempo del que debieran a ello. Si Huelva está aportando nombres relevantes al mundo flamenco actual, estas nuevas figuras deberían aprovechar sus conocimientos sobre estos cantes y ofrecerlos. Porque además tienen éxito". Así lo ve también Manuel Batista: "Afirmativo con rotundidad. Se canta fuera y te encuentras con una acogida desproporcionada, para bien". Eduardo Hernández Garrocho considera necesario vincular las actuaciones con la pedagogía: "Los profesionales de nuestra Huelva intentan promocionar nuestros cantes, pero es difícil que puedan explicar esa pedagogía de la que te hablaba antes. Probablemente sea este el motivo por lo que están un poco fuera del tiesto. ¡Es necesario otro Paco Toronjo para reavivar nuestros cantes! Solo agregar que en todo esto no olvidemos a la Confederación de Peñas Flamencas Andaluzas, que las peñas pueden aportar mucho para organizar este pequeño lio que tenemos planteado". El flamenco es un superviviente, Esther Gómez: "Hay cantaores de Huelva que llevan por delante su tierra y son grandes embajadores del fandango, y fuera de las fronteras provinciales quizá esté aún mejor considerado que aquí. Pero eso siempre nos pasa en esta tierra y, por horror que nos cause, está pasando con el flamenco en general. Casi entienden ya más de flamenco fuera de España que dentro de Andalucía. Como las administraciones de aquí se sigan fiando de los que no entienden nada y se ponen las medallas, mal vamos a seguir, pero todavía queda esperanza en algunos buenos cantaores y cantaoras que seguirán defendiendo, profesionalmente o como aficionados, este cante tan nuestro".

            Vamos con las opiniones de los profesionales, que cierran filas sobre sus contribuciones al fandango. Para Arcángel el fandango "es nuestro as dentro de la manga, nuestro baluarte". A Argentina, como ya se comentó antes, le piden los públicos que cante fandangos de su tierra aun antes de iniciar el desarrollo de sus conciertos: "Sí, y así es nuestra intención siempre: dar a conocer lo nuestro sintiéndonos orgullosos de haber nacido en Huelva y de llevar nuestro fandango por bandera". Jesús Corbacho coincide con sus colegas: "Sin lugar a dudas. Creo que todos los artistas de Huelva llevamos el fandango por bandera por donde quiera que vamos; rara vez se ve a un artista de Huelva que dé un recital de cante y no se acuerde de nuestros fandangos. Huelva, por el contrario, sí se olvida de muchos de sus artistas; pero,  bueno, ahí no manda el aficionado y ese sería otro debate. Como cantaor onubense y aficionado que soy, pienso que debemos estar para contribuir a su difusión y ayudar a quien quiera saber y aprender nuestros cantes".


             Nos venimos refiriendo al reducido grupo de la élite de nuestros cantaores actuales y en ellos hemos puesto el foco observador porque son los que tienen más posibilidades  de difundirlos fuera de nuestras fronteras. Pero el fandango tiene muchas más voces que también lo pregonan. Por ejemplos y tradicionalmente los cantaores alosneros cultivan los fandangos en todas sus variantes. Y los aficionados semiprofesionales de las peñas flamencas de Huelva efectúan intercambios con otras de Andalucía, Madrid, Cataluña, etc. Es decir, que oportunidades no le faltan a nuestros cantes de sonar y mostrarse en otros foros. 

            "Indudablemente -afirma Francisco Jiménez-, y no solo ellos, sino los aficionados de las peñas cuando hacemos los llamados intercambios con otras entidades. En concreto, puedo hablar por experiencia propia de la labor que está haciendo la Peña Flamenca de Almonte desde hace muchos años. Después de cantar cada miembro del cuadro varias modalidades, interpretamos todos en el escenario varios fandangos de Huelva con algunos estribillos".

            Pedro Juan Macías entiende que "se debería hacer mucho más. Evidentemente, excepto Paco Toronjo nadie 'comió del fandango', pero sí que debería ser obligatorio no solo llevarlo en sus espectáculos sino cerrarlos por fandangos de Huelva. Que sirva para decir '¡señores, yo soy de Huelva y allí hay que mojar!'. Por otro lado, son nuestros máximos representantes cantaores flamencos los que deberían  (es mi humilde opinión también, cómo no) el cuidar y velar por la pureza de nuestro fandango. Dejemos de desvirtuar los estilos, ya que nuestros artistas grandes son en estos momentos la principal fuente de donde beben los numerosos aficionados que acuden a los conciertos que éstos ofrecen por allá donde son requeridos/as. ¡Vamos a cantar por Huelva siempre y como se canta de verdad! Sería muy importante para nuestro fandango que cantaores de la talla de Arcángel, Argentina, Rocío Márquez, etc. lo utilizasen como epicentro y bandera de sus trabajos. Al igual que el cantaor jerezano presume de 'su' bulería, vamos a resaltar nosotros nuestra seña de identidad en el flamenco, no? Qué menos".

             ¿Cómo ven el futuro del fandango en un mundo sometido a cambios enormes que aflorarán una sociedad bien distinta? ¿Cómo sobrevivirá la tradición que le da base al folclore y al flamenco? Por ahora sabemos que está vivo, aunque la creatividad esté bajo mínimos y no haya liderazgos claros en la interpretación. Camilo Gómez no alberga temores por su futuro:  "Considero que nuestro  fandango tiene un futuro garantizado, al aumentarse su estudio y su  aprendizaje;  los  profesionales en la enseñanza,  también exigiéndosele  más a los intérpretes; aparecerán nuevos cantaores e incluso nuevos estilos personales, sin salirse del compás y el aire  propio y único, con el toque  de guitarra justo y medido que siempre llevarán nuestros fandangos". Antonio Dovao cuenta con que perviva un cierto impulso romántico redentor: "El futuro será como siempre. El buen flamenco estará en manos de cuatro majaretas que, a diferencia de lo que pasa ahora, en vez de ganar dinero les costará. Con respecto a la guitarra pasa exactamente igual. (Está mal que yo lo diga, pero hasta mi llegada a la academia de la Peña Flamenca de Huelva los toques del Alosno no se tocaban en Huelva) En mis doce años como profesor, creo que he aportado mi granito de arena para que estos toques sean ejecutados con mucho respeto. No obstante, me llama mucho la atención que compañeros de profesión no estudien las cosas de su tierra y digan que 'eso es muy antiguo'. Eso sí: si tienen que hacer un trabajo para ganar dinero, entonces sí".

            En una gráfica de tiempo, desde el fallecimiento de Paco Toronjo el fandango permanece en unas coordenadas muy aceptables, pero sin figuras rutilantes. Suele suceder siempre que desaparecen las 'estrellas', que esperamos el surgimiento de alguna nueva que vuelva a emocionarnos con la intensidad con la que nos embelesaba el ídolo que se fue. Por ahora echamos mucho de menos a Paco. 

            Francisco Cuaresma vislumbra un futuro halagüeño. Así las cosas, "podría augurarse un gran futuro para este cante. Está en el carril correcto, pero ha de pasar tiempo y madurar hasta que se forjen nuevas figuras. En mi opinión hay algo que creo no se debe olvidar: el fandango ha de salir del corazón esencialmente, no de la cabeza y hay que cantarlo con espontaneidad y dignidad al mismo tiempo, sin enseñorearse y sin perjuicio de las enseñanzas. Si se conjugan todos esos factores, el fruto será más sabroso".

            Como colofón a todo lo comentado y debatido, Juan Fernando González no tiene dudas sobre su futuro, pero reitera la necesidad de revisar aspectos sustanciales relativos a la tradición: "Que el fandango de Huelva tiene garantizado su mantenimiento en el tiempo es algo indudable. Pero, ¿a qué precio? Llegados a ese punto, en un futuro se interpretarán fandangos que cada vez se parecerá menos a los que dejaron grabados nuestros antepasados. Algo que ya está ocurriendo. ¿Quien dará el puñetazo en la mesa? Yo me animo".



                                                                       Mairena del Aljarafe, 30 de marzo de 2020
                                                           (desde el confinamiento por la alarma mundial del covir19)










[1] Es muy habitual referirse a los distintos fandangos con la palabra estilo, pero esa es una denominación  popular, no musical, como bien precisa el profesor Faustino Núñez en el libro Huelva, tierra de fandangos. El estilo es el fandango en sí; las variantes son las diferentes modalidades.
[2] Disco LP Leyendas del cante, Manolo Caracol. Emi Odeón, 1992
[3] Diario Crónica, edición del 6 de agosto de 1933
[4] El vigente Estatuto de Autonomía de Andalucía, de 2007, establece que corresponde a la Comunidad Autónoma "la  competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco como elemento singular del patrimonio cultural andaluz".
[5] La Época lo refiere en una nota relacionada a la actuación de Antonio Chacón en una fiesta celebrada en Madrid, en julio de 1923.
[6] Heraldo de Madrid, entrevista de Vicente Sánchez Ocaña, noviembre de 1925.
[7] Revista El Lábaro, núm. 235, Zaragoza, 1957. Entrevista de ‘Pedro de la Estrella’ (sobrenombre
del historiador Diego Díaz Hierro) a su amigo Paco Isidro.
[8] La revista Huelva festejos veraniegos afirmaba en 1925 que “... desfilarán por el hermoso paseo de los cabezos entonando a coro esos cantares serranos, llamados impropiamente fandanguillos choqueros, pues el cante tradicional de Huelva es la seguidilla, la cual como todo lo propio de ella va siendo suplantado, porque ‘Esta Huelva no es mi Huelva / ni este pueblo es el choquero; / que hasta el cantar, que es la vida, / tiene sabor forastero’”.
[9] El Liberal, artículo titulado "Los alosneros", de José Nogales, publicado el 16 de noviembre de 1905.
[10] Juan Gómez Hiraldo. Al cielo que es mi morada. Diputación de Huelva, 1985.
[11] Diario Odiel, edición del 3 enero 1952.
[12] ABC de Sevilla, entrevista a Pepe Marchena, 12 diciembre 1972
[13] Historia del cante flamenco, Ángel Álvarez Caballero. Alianza Editorial, 1981, pág. 163.
[14] La Canción popular, nº 9, edición del 1 de septiembre de 1922.
[15] Diario La Provincia, crónica del Concurso, edición del 23 de julio de 1923.
[16] Diario de Cádiz, edición del 13 de abril de 1888.